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La marea blanca y la bolsa de hielo

La marea blanca ha sido un movimiento cívico valioso, que ha conseguido hacer visible que, afortundamente, hay muchísima gente en España que conoce y valora la sanidad pública. Pero el dique que ha parado las pretensiones privatizadoras del Gobierno de la Comunidad de Madrid ha sido una de las instituciones del denostado Estado: El poder judicial.

(La bolsa de hielo está indicada contra las hinchazones y sobrecalentamientos cotidianos. Imprescindible para reflexionar con claridad. Manténgase al alcance de los adultos)

El PSOE se hace republicano

La decisión del PSOE de hacer en noviembre elecciones abiertas para la elección de candidato a Presidente de Gobierno puede significar una auténtica revolución en la política española y, desde luego, lo será en el Partido Socialista. A poco que la cosa funcione y los ciudadanos se animen a participar, el voto de los propios militantes se convertirá automáticamente en muy minoritario en relación con el peso del de los simpatizantes. Ocurrirá así aun sin necesidad de acercarse a las cifras de franceses o italianos que participaron en las elecciones primarias de sus correspondientes partidos socialistas. Se abre de este modo una interesante incertidumbre.

Tanta, que el secretario de Organización socialista, Oscar López, ya ha dicho que no sabría definir las expectativas socialistas de cómo pueda la ciudadanía reaccionar y lo ha hecho apelando, con razón, a la novedad absoluta de este procedimiento para la designación del candidato o candidata.

No sé si son los mejores tiempos para pedir a la ciudadanía una implicación en la vida de los partidos. La cosa puede acabar como un sano revulsivo que ilusione a la gente y la movilice al ver que se atiende, por fin, a la tan reclamada transparencia, pero también puede convertirse en una ocasión propicia para abofetear a la política en general. Los socialistas habrán dado la cara, ciertamente, pero para que se la partan.

De lo que pocos hablan es de que este proceso abre un nuevo escenario dentro del propio PSOE. Hasta ahora se había dado por hecho que quien controlase el partido era automáticamente el candidato y, si los electores le daban la mayoría, era también Presidente del Gobierno.

El PSOE siempre ha manifestado su vocación republicana. Sin embargo en sus estructuras internas reproducía, con paradójica similitud, la estructura de poder del Reino de España, con un Presidente del Partido, ciertamente electo pero sin poder real: (Rubial, Chaves, Griñán) y un Secretario General que era quien, mejor o peor, gobernaba efectivamente el PSOE (González, Almunia, Zapatero, Rubalcaba) cargo que, en su caso, compatibilizaba con La Moncloa.

Las primarias implantadas ayer van a suponer la creación a partir de ahora de dos poderes dentro del PSOE: Por un lado el que ostentará, y con gran legitimidad si todo sale bien, la persona que encabece el cartel socialista y, por otra parte, el poder que corresponda al Secretario General que dirija el Partido en la sede de Ferraz por decisión del congreso interno que le haya elegido.

Dos poderes reales y efectivos, elegidos independientemente uno del otro es, justamente, lo que caracteriza a los regímenes republicanos occidentales (Presidente y Primer Ministro) y es un modelo que cuenta con muchos partidarios dentro del PSOE pero, curiosamente, fue ayer mismo cuando el propio partido estrenó internamente esa estructura. ¿Se habían dado cuenta?

Gamonal es la frontera

RTVE

Los recientes sucesos del barrio de Gamonal, en Burgos, han provocado una considerable perplejidad; de un lado por haberse producido en una ciudad de las que se perciben como tranquilas y poco dadas a la algarada y de otra parte por el asombroso motivo de la protesta: la regeneración y mejora urbanística de una calle. ¿Quién puede negarse? Pues precisamente los propios vecinos. ¿Y por qué una protesta tan virulenta y unánime?

Pues seguramente porque Gamonal es una frontera, como muchas otras que hay en España. ¿Qué clase de frontera? Una muy terrible, la que separa a las personas ya excluidas de las que aún aguantan. Esa frontera. La frontera del miedo.

La gente siempre quiere que sus hijos vivan mejor de lo que vivieron sus padres y se esfuerza mucho por conseguirlo. Mientras ha habido empleo muchas familias trabajadoras fueron mejorando su situación. El acceso a la vivienda en propiedad se percibía como un seguro. Como la certeza firme a partir de la que construir la esperanza de que la familia mejoraría. Conseguido ese primer objetivo los siguientes pasos variaban según los sueños de cada cual. Había quien, por fin, adquiría ese coche o ese pequeño apartamento playero; cosas que su familia no había podido tener nunca. Otros optaban también por darles a sus hijos una educación superior de la que ellos habían carecido, con la esperanza legítima de su promoción social y bien conscientes de que el salto definitivo a la clase media de la siguiente generación vendría de la mano de su preparación académica.

Millones de familias compraban bienes y servicios y de esta forma se generaba una apariencia de prosperidad (bien regada, por cierto, por la incomprensible pero evidente burbuja). No solo era así sino que esa estrategia vital se promovía y era percibida como muy positiva. Los Gobiernos se vanagloriaban de la marcha del consumo y hubo algún ministro que aplaudió el desaforado precio de las viviendas como síntoma de la incontestable prosperidad de España.

Tanto éxito no permitía ver que había millones de familias que para poder seguir ese ritmo presentado públicamente como “lo normal” estaban haciendo uso de toda su capacidad económica absolutamente al límite. No había margen de maniobra alguno y cuando llegaron el paro o el recorte, o ambos, se vieron al borde del abismo. Precisamente ese límite social, esa frontera de vértigo, se ha hecho estos días realidad física y tangible en el barrio de Gamonal.

No hablo de gente que no pueda pagar la calefacción, que ya ha traspasado la frontera maldita, pero sí de quienes aguantan el coche en la calle pero no podrían pagar un garaje. Del drama de quienes han tenido que hacer regresar a sus hijos de aquella universidad a la que llegaron con la esperanza y el orgullo de las generaciones anteriores de su propia sangre metidas en la maleta junto al ordenador.

En la protesta de Gamonal han estado, seguro, trabajadores con sueldos mermados que hace meses cerraron con llave el pequeño adosado en el Mediterráneo sin saber si cuando regresasen lo harían de vacaciones o para entregar las llaves.

Gamonal ha sido, en fin, el chillido rabioso de la esperanza que se ahoga en miles de barrios y en millones de hogares que bordean esa frontera. Eso ha sido. A muchos nos ha sorprendido el escenario y el motivo concreto del estallido, un bulevar, pero en algún sitio tenía que saltar la chispa. Quienes siguen sin entenderlo es porque aún no se han dado cuenta de que lo que está pasando es mucho más grave que un disturbio con policías y sirenas.

El PNV acude en auxilio de los radicales… y de sí mismo

Dice el PNV que su convocatoria conjunta de una manifestación hoy en Bilbao es una reacción excepcional ante una situación excepcional. Ciertamente su concurso de última hora en este asunto es una actitud que no concuerda con el distanciamiento que los jeltzales venían manteniendo con el lío de los presos desde que ETA anunció su cese.

También es verdad que esa excepcionalidad ya no lo es tanto si miramos un poco más lejos: Lizarra 1998 no está olvidado y los casos en que el PNV ha sumado sus fuerzas a las del nacionalismo vasco radical han menudeado a la largo de décadas. En el fondo es innegable que por debajo de siglas y estrategias de cada momento, el nacionalismo vasco comparte, y compartirá, un imaginario sentimental común sobre el que se construye cada una de las posiciones diferentes que lo sustentan.

La manifestación prohibida y la reconvocatoria de hoy son, en efecto, un momento excepcional, porque existía el peligro cierto de que los jeltzales quedasen marginados dentro del universo común abertzale. El PNV ha querido evitarlo aun a riesgo de poder abandonar temporalmente una cierta centralidad política. No es raro. Llevan en esa táctica desde que Bildu entró en las instituciones y me inclino a pensar que, siempre desde su punto de vista, Ortuzar y los suyos han acertado ya que en este momento la mala situación de los partidos no nacionalistas hace que no haya nadie en Euskadi que le pueda disputar al PNV el segmento electoral del centro político, por lo que este movimiento táctico no le costará caro.

Solo ocurriría lo contrario si la demostración de hoy se convirtiese un punto de inflexión en relación con el cierre del terrorismo, como sin duda sueñan sus convocantes originales, pero tal cosa es muy improbable. Ya verán cómo la de hoy será una más de las ya muchas y muy multitudinarias concentraciones promovidas por el mundo de Batasuna/Bildu/Sortu/EH/… todas ellas con buenos resultados mediáticos pero nada más. Episodios como el de hoy o como el que protagonizaron el pasado día 4 en Durango unos presos cansados y derrotados, tendremos muchos de ahora en adelante, a lo largo del que seguramente será largo e incómodo tiempo en que los vascos tendremos que ir pasando nuestra propia resaca sociológica del terror.

Lo que no ofrece dudas es la excelente cintura política del PNV, que le ha permitido una jugada como ésta en la que no solo impide el monopolio de Bildu sobre los sentimientos abertzales sino que, además, se adorna a sí mismo con la pátina de “hermano mayor” que saca las ardientes castañas del fuego a otros “irresponsables” miembros de la familia cuando estaban a punto de quemarse.

Pero como nunca la dicha es completa, algunos peligros sí se vislumbran a lo lejos: Para el PNV que su insistencia en acudir a todo lo que suene a abertzale le haga derivar a largo plazo hacia donde no le conviene ir, tal y como le está pasando al PP nacional con su particular “Tea Party”. Para el PP vasco, que su ya débil posición propia desaparezca fagocitada por las torpezas del Gobierno de España y para el PSE PSOE, que una exacerbación diaria de la agenda nacionalista le deje sin discurso mediático y, por tanto, en tierra de nadie. Iremos viendo.

Implacables

Ese fue adjetivo, bien tajante, que en noviembre escogió el portavoz del Gobierno Vasco para mostrar su firme determinación de evitar que Cantabria pudiese saltarse las normas europeas de la libre competencia y concediera ayudas de Estado a empresas para que se ubicasen allí, en vez de aquí: “Seremos implacables”, dijo.

Europa denomina “ayudas de Estado” a las que puedan recibir las empresas de parte de cualquier Administración Pública y que les supongan ventajas sobre las empresas competidoras de otros lugares. Tales ayudas están prohibidísimas y por eso mismo adoptan toda clase de formas y subterfugios que traen de cabeza a los inspectores europeos.

Sin embargo todas son idénticas en una cosa: en la enorme popularidad y aceptación que tienen allí en donde se ofrecen. Es humano que nos guste recibir apoyo cuando estamos mal y, sin duda, la popularidad de quien nos lo da se incrementa mucho cuando lo hace, lo que electoralmente resulta muy tentador.

Desde aquellas clásicas vacaciones fiscales (cuánto arte en el nombre y cuántos problemas después) hasta el último susto que nos a traído de Europa -vaya por Dios- un socio del Athletic, pasando por el sector naval, un intento en Edesa, coches eléctricos y hasta por algún otro equipo deportivo local…la trayectoria vasca es casi la de un “parque de atracciones” de las ayudas de Estado, y siempre, como digo, con la aquiescencia y el aplauso popular más entregados.

Ya se sabe que los viejos cocineros devienen en avispados frailes así que los gobernantes de Cantabria pueden estar tranquilos porque nunca encontrarán mejor vigilante de la legalidad de su iniciativa que las Instituciones Vascas. Implacables ellas.

Menos mal que el nuevo San Mamés se ha salvado del expediente del socio Almunia porque, como todo el mundo sabe, no lo va a usar solo el Athletic sino que todos y todas vamos a poder disfrutar de sus instalaciones deportivas…¿verdad que sí?

Publicado en Danok Bizkaia el 20 de diciembre de 2013

NOTA añadida el 11 de enero de 2014: No ha habido que esperar ni un mes para que las instituciones vascas (tan implacables ellas) se presten generosas a ofrecer ayudas de Estado sin que nadie abra la boca salvo, en todo caso, para exigirlas cuanto antes. Me entra la duda de si el capitán Renault no sería vasco-francés.

Marx en Algorta

En 1852, en su obra “El 18 de Brumario” Karl Marx escribió que los hechos históricos siempre se repiten dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa.

Algo así ha sucedido en Getxo. Resulta que ahora que por fin nos veíamos libres del terrorismo real, han “secuestrado” la imagen del sireno que adornaba el muelle del Puerto Viejo de Algorta. Han pintado en su lugar una gran interrogación y en un video han exigido a los poderes públicos condiciones políticas para la “liberación” de la obra. Los Robin Hoodes costeros exigen también que se repartan retoños de árboles autóctonos entre la población y todo ello lo reclaman mediante una escenografía típicamente terrorista, aunque más cercana al Yihadista que a nuestro terrorismo autóctono.
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Ha molestado

Foto Fernando Bustamante. La información de Alicante
Leo que algunos responsables televisivos se han sentido
ofendidos porque crezca la sospecha de que pudieran estar preparando algún programa
especial llevando a sus platós a Miguel Ricart, recién liberado tras 21 años en
prisión por el crimen de las niñas de Alcàsser.


“La pregunta es insultante”, ha protestado ya alguno de los
responsables de ese tipo de programas. Niegan que quieran dar “minutos de
gloria a un asesino temido y repudiado”
y alguno hay que se ha preguntado indignado: “¿por qué hay esa imagen de que los reporteros de TV van con un talonario
detrás?”
. La respuesta es bien simple: Porque hay reporteros de TV que van con
un talonario detrás. Justo por eso mismo. Y además con un talonario que se usa a
menudo para comprar la presencia y las palabras, ciertas o falsas (que eso da
lo mismo) de cualquiera que genere el suficiente escándalo como para que les
compense la audiencia; auténtica diosa pagana de la TV, a cuya voracidad
insaciable se sacrifican la honestidad, la calidad, la decencia y lo que haga
falta. Así que lo del dinero es lo de menos.
Hay tantos precedentes de indignidad en este tipo de
programas (incluido alguno relacionado con ese mismo crimen) que no comprendo
que puedan ahora extrañarse de que se les ponga bajo sospecha. Es sabido que a
Ricart y a otros delincuentes se les ha seguido y perseguido, micrófonos y
cámaras en mano, para obtener declaraciones, así que no faltan motivos para esa
sospecha. Incluso, ya puestos, quién sabe si no habrá sido la misma reacción
ciudadana lo que ha abortado el previsto bombazo.
Sea o no así lo que no es de recibo son sus protestas.  Son esas personas que, para oprobio de esa
profesión se hacen llamar periodistas, las que han creado la idea de que cualquier
acusación, sospecha, revelación, duda…se apoye en datos, en suposiciones o en
meras imaginaciones delirantes de cualquier lunático gritador es susceptible de
ser emitida para millones de personas y debatida públicamente durante horas. Quienes
nos han acostumbrado a ver como normal que la reputación de cualquiera sea
destripada en sus programas no son los más adecuados para protestar ahora, cuando
sobre ellos recaen sospechas sobre si tenían o no previsto pasarse de la raya también
esta vez.

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Barakaldo desaparece

Tenemos menos hijos. Los jóvenes dejan de serlo sin conseguir la casa que todo casado quiere. El arroz se les va pasando mientras su confianza en el futuro se acompasa con sus salarios -es decir- cae. O tal vez solo sea que las series de TV terminan demasiado tarde. ¡Vaya usted a saber! Por si fuera poco la crisis golpea con dureza a los fértiles inmigrantes, que se nos van. Algún idiota se alegrará de ello.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó hace días un estudio en el que se confirma la tendencia: De seguir el camino que llevamos, y nada apunta a que cambie, Euskadi habrá perdido en sólo diez años la población actual de Barakaldo y de Basauri juntas (unas 143.800 personas).

En su inolvidable canción “Mayo”, Imanol cantaba “ha muerto ya Barakaldo” pero se refería a la contaminación, no a la población. Ni él ni nadie podía imaginar entonces que llegase a ser casi cierto. De hecho nunca se había dado tal situación, salvo en la Guerra Civil o en la epidemia de gripe de 1918, 1919.

En toda España la población disminuirá en 2.600.000 personas y la tendencia no podrá ser ya revertida por los nuevos nacimientos puesto que se prevé también una dramática disminución de las personas entre 20 y 49 años. Imagine, por ejemplo, que Euskadi y la Rioja fuesen un desierto, o tal vez un bonito parque natural, pero en todo caso sin vida humana. Uff.

Obviamente la caída de población estará repartida pero asusta imaginar por un momento el silencio, los cristales rotos, los coches abandonados, los árboles colonizando fachadas y edificios, el polvo que ya nadie barre levantado por el viento en calles desiertas y oscuras.

No será una peli catastrófica de ciencia-ficción pero tampoco ningún cuento de hadas. Menos gente son menos bocas pero también menos manos, menos cerebros, menos imaginación, menos cultura, menos riqueza. Siempre hemos dado por hecho que seguiríamos creciendo, estábamos a otros problemas pero no a éste. Sin embargo ahora sabemos que a las muchas incertidumbres que nos asaltan deberemos añadir otra que nunca creímos posible pero con la que tendremos que apañarnos. Solo una recuperación económica que vuelva a traernos rápidamente nuevos inmigrantes podrá parar esta caída.

Me pregunto por qué esta noticia tan importante ha pasado por los medios con tan poco ruido. Que si, como cantaba el tango: 20 años no es nada, 10 son aún menos.

Tumbas

Hoy he estado en el cementerio de Derio y cuando regresaba he visto esta corona, colocada no en una tumba, sino frente a la tapia, alejada de los enterramientos. Recuerda a los milicianos fusilados. Probablemente lo hace, además, justamente allí donde murieron.

Unas decenas de metros más abajo está este otro monumento de la fotografía de abajo. Construido en recuerdo de los muertos en el bando sublevado, que fue el que ganó la guerra.

Puede que la muerte nos iguale a todos pero, desde luego, no será en el recuerdo de los que se ocupan de los símbolos.

¡Así no vale!

Al ser en Madrid, la huelga de basuras ha tenido un gran repercusión pública. Es lo que pasa cuando los creadores de opinión bajan de sus brillantes púlpitos y se encuentran el suelo lleno de mierda. Parece que ya no sobran allí los 1.134 trabajadores de la limpieza que sobraban hasta hace días y se ha encontrado un arreglo entre la empresa contratista y sus empleados.

Hace poco se ha certificado también lo que ya se sabía: que los hospitales privatizados de Madrid tuvieron que ser rescatados con dinero público, porque resulta que a las empresas privadas que se adjudicaron los concursos no les salían las cuentas en cuanto empezaron a ocuparse de los enfermos. No han tenido que pasar décadas. El fracaso ha sido casi inmediato (dos años).

Gestionar un servicio público a través de una contrata privada no tiene por qué ser ni malo ni erróneo, pero a la vista está que tampoco tiene por qué ser ni más barato ni más eficaz, que es justamente lo que siempre se argumentaba para justificar su traspaso. El único argumento, bastante ofensivo por cierto, era que los trabajadores públicos son de natural vagos y remolones, mientras que la gestión privada es demostradamente eficientísima. Parece que la realidad no confirma tales prejuicios.

Lo que nadie puede negar, aunque tampoco lo proclamen, es que cuando entra una empresa privada a gestionar el gasto público aparecen inevitablemente unos señores, los accionistas que, con toda legitimidad, exigen quedarse con una parte del dinero. Y cuando la inversión es mucha exigen mucho dinero, y todos los años si puede ser. Así que para que un servicio funcione mejor en lo privado que en lo público es absolutamente imprescindible que la hipotética ineficiencia de los trabajadores públicos sea tal que resulte más gravosa que la segura exigencia de dinero de los accionistas privados.

La realidad es que cuando un servicio es complejo, los administradores privados se equivocan como los demás y si a ello le sumamos el accionista que viene pidiendo a fin de año, puede pasar justamente lo que está pasando: que aun rebajando los salarios de los trabajadores y empeorando sus condiciones laborales el mismo servicio (o uno peor) nos resulta más caro que antes ¿dónde está, entonces, la que se decía indiscutible eficiencia de lo privado?

Lo peor es que cuando lo que se adjudica es un servicio de primerísima e inexcusable necesidad no hay margen de error y enseguida se acude a la “ineficaz” caja pública para pedir más tela en cuando se acaban las vendas privadas. Y así no vale.

Publicado en Danok Bizkaia el 22 de noviembre de 2013