Extremadamente español


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Jesús Mª Larrazabal es el único parlamentario de Eusko Alkartasuna. Es un personaje curioso y de verbo encendido. Su bonhomía le hace acreedor al cariño de todos en la cámara, donde se le perdona que incumpla siempre sus permanentes promesas de brevedad. No puede. Se le va la pasión y se estira …se estira…hasta agotar casi siempre el tiempo de que dispone. Nadie se lo reprocha en serio.

La rotundidad nunca falta en su discurso aunque algunas veces le juega alguna mala pasada. Hoy nos ha descubierto que la nacionalidad es una condición que se puede tener en mucha o en poca cantidad cuando ha dicho que incluso dentro de la Comunidad Autónoma hay gente con sentimiento “extremadamente español”.

Yo también pienso que la virtud está en la moderación pero desconocía, hasta hoy, que se pudiera ser extremadamente español o escasísimamente vasco. Y lo que me queda.

(La foto es de la página web de EA)
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Solidaridad


Algunas veces ocurre que recuerdos de la infancia se nos vuelven a presentar después de muchos años. Y lo hacen con tal nitidez que nos sorprendemos al ver el mimo con que alguna parte de nuestro cerebro guardó aquellas impresiones que creímos olvidadas.

A Félix Reyes ese recuerdo le sobrevino con motivo de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid. El funeral de su padre, allá en Valleseco (Gran Canaria) parece que se hizo irresistiblemente presente al ver bajo la lluvia a los manifestantes que mostraban su duelo por las víctimas de los trenes.

Y de tan adentro nació su obra “Solidaridad” que hemos tenido la ocasión de ver hoy durante la conmemoración de los primeros 75 años de Radio Vitoria. Muy interesante.

Extraños fenómenos sobre el cielo de Madrid


Confío en que algunos de ustedes recuerden la estupenda película de Imanol Uribe, basada en la novela “Crónica del rey pasmado”, de Gonzalo Torrente Ballester. La cinta es simplemente magnífica y la historia absolutamente cautivadora, como tiene que ser la obra de un genio.

Recordarán que la historia se inicia con la observación de unos “extraños y diabólicos fenómenos aparecidos esta noche sobre el cielo de Madrid” ¡Qué maravilloso comienzo! Aquel prodigio desata el relato apasionante de las obsesiones de la corte del joven Felipe IV. Pues bien, el fenómeno se ha reproducido nuevamente el pasado miércoles sobre el cielo de la Villa y parece que ha desatado pasiones similares a las del siglo XVII.

Una potente señal de origen desconocido impidió que la señal de Telemadrid llegase a miles de televidentes ¡precisamente durante la transmisión del partido de la Liga de Campeones que enfrentó al Barcelona con el Inter de Milán!

El fenómeno –maligno por demás- llegó minutos después de que comenzara el partido y duró hasta instantes antes de que el árbitro diera el pitido final, que eliminaba al Barça. Tan extrema coincidencia hace pensar sin duda en algo diabólico.

Y, como si estuviésemos en aquella corte que Gabino Diego gobernaba con mano temblorosa, todos los demonios de Madrid, que al parecer siguen aquí sin moverse desde hace siglos se han desatado de nuevo en pleno siglo XXI.

El vicepresidente y portavoz de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, ha manifestado que fue “una interferencia externa intencionada» y la lideresa madrileña, Esperanza Aguirre, ha calificado de «escándalo» las interferencias «provocadas o no». Se han presentado las correspondientes denuncias ante la policía, el Ministerio de Industria y la empresa distribuidora de la señal han iniciado investigaciones y andan los políticos madrileños escamados mirándose mutuamente de reojo.

Tal vez no hayamos avanzado tanto y sobre las cabezas de los madrileños sigan revoloteando aquellos demonios que hoy nos cuesta ver cegados como estamos por la tecnología, la prisa y las luces artificiales de la noche. Pero que la corte de la capital de reino mantiene viejos tics, parece evidente.

Hombre, no quiero frivolizar. La cosa tiene su importancia, tanto si se trata de un error técnico como –sobre todo- si se demuestra que cualquiera en España puede bloquear intencionada y clandestinamente la señal de una televisión. El asunto es serio y tendrá que aclararse pero a mí todo esto me ha recordado, inevitablemente, aquella película que siempre tengo en la memoria y que recomiendo encarecidamente a cualquiera.

Por cierto a alguno de los lectores habituales de este blog (él sabe) le recuerdo la escena impagable en la que Eusebio Poncela, sin que se sepa si como Conde de la Peña Andrada o como Lucifer, baila voluptuosamente la chacona con una bella cortesana de Palacio. Ya me dirás.

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La democracia y sus herramientas

No seré yo quien niegue que pueda existir un paraíso en el cielo pero afirmo sin ninguna duda que no existe en la tierra. Los experimentos que a lo largo de la historia ha hecho el hombre para alcanzar la sociedad perfecta, la que nos garantizaría la felicidad universal han resultado –todos- verdaderos monstruos. No sé si producto del sueño de la razón o de la locura pero monstruos al fin, y monstruos terribles.

En nombre de los principios más elevados de la justicia humana -ahora sí- irreprochable y definitiva, las grandes doctrinas: el materialismo que se autodenominó científico, el estalinismo, el nacionalsocialismo de los mil años, los Jemeres rojos, la revolución cultural china y hasta nuestro cutre nacionalcatolicismo, unos más y otros menos, todos ellos han devenido en auténticos muestrarios del horror que solo el ser humano con su ilimitada imaginación es capaz de crear.

El mito de la expulsión del paraíso es extraordinariamente lúcido. Una vez que el ser humano toma las riendas de su destino no hay vuelta atrás y no solo eso sino que tampoco hay libro de instrucciones. No os molestéis en buscarlo pero sobre todo, escapad como de la peste de quien os diga que lo han encontrado.

Por eso, porque no tenemos libro de instrucciones, nos tenemos que conformar con la democracia. Si, con la democracia. Sin duda “el peor de los sistemas políticos, exceptuando todos los demás” como diría Sir Winston Churchill.

Puesto que no hay destino sino solo camino la democracia no puede ser una herramienta para alcanzar un fin político sino que es un fin en sí misma. Son los efectos secundarios de la democracia los que resultan ciertamente benéficos: La libertad, de opinión, de movimiento, de religión, de decidir no ser “de los nuestros”, la convivencia civilizada entre diferentes; la seguridad jurídica; las limitaciones al poder; los derechos fundamentales de cada una de las personas individuales y que nadie puede pisotear, la posibilidad de elegir y de revocar a los gobernantes, el respeto por la cultura o por las culturas…

Todas esas cosas que conlleva la democracia son las que nos acercan, como en un viaje a una Ítaca imposible, a la felicidad. A menudo con altibajos, pero con éxito indiscutible en todos los lugares en que se ha aplicado este régimen tan particular y tan reconocidamente imperfecto.

La cara más notoria de la democracia, la que todo el mundo conoce y reconoce son las elecciones libres, así se forman las mayorías parlamentarias y, de ellas, los gobiernos. Pero la democracia es también la ley, como expresión reglada del derecho de los ciudadanos, que solo puede cambiarse mediante reglas acordadas previamente. La democracia es también la aplicación de esa misma ley a través de jueces que a ella se deben atener, como árbitros que no inventan pero que sí aplican el reglamento del juego. En este caso un reglamento especialmente complejo y delicado que les hace merecedores del mayor respeto.

Estas son herramientas de la democracia pero hay más: Consciente de su propia imperfección y siempre desconfiada del poder, incluso del libremente elegido, la democracia es también una cadena de controles: limitaciones de mandatos, leyes orgánicas, Constituciones, mayorías cualificadas exigidas para modificar las cosas muy importantes…muchos controles, incluidos los medios de comunicación libres, cuyo papel es imprescindible en democracia.

Pero sobre todos esos controles está siempre la ley. Todo es factible en una democracia menos saltarse la ley. Se la puede cambiar pero no incumplir. Y cuando se trata de leyes básicas, de las que forman la estructura política de la sociedad, los controles se endurecen, claro. Es la desconfianza inveterada de la democracia hacia quien logra el poder, a quien se le hará entrega de la legitimidad para gobernar dentro de la ley, incluso a cambiar ésta, pero nunca el derecho libérrimo para hacer lo que le parezca. Por muchos que sean los que le apoyen la democracia no consiste en elegir libremente un caudillo.

Hoy hemos conmemorado el trigésimo aniversario del Parlamento Vasco en un acto solemne y sencillo. Nestor Basterretxea, autor de la escultura que es imagen de la Cámara, ha recordado que el edificio fue en su día un Instituto de enseñanza media en el que él pasó algunos exámenes con éxito desigual. Hoy es la sede de una de las herramientas que forman la democracia en Euskadi, de una de ellas, la que representa la voluntad general de los ciudadanos vascos, hombres y mujeres. El enorme honor de ser uno de sus miembros tiene que conjugarse con la humildad de estar al servicio de los ciudadanos y no de los sueños de quienes nos sentamos en sus escaños.

100 km. “O calvo o con tres pelucas”

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Eso dice siempre mi madre para remarcar la necedad de quien pasa de la nada a la desmesura. Y algo de eso me pasa a mí.

Estreno bici nueva y me meto 100 km por la Via verde del Tajuña. Hala!. En fin: el culo bien, las piernas no tan bien y las manos quemadas por el sol. Las madres siempre tienen razón, tengamos los años que tengamos.

La parte buena es que se trata de un recorrido maravilloso, junto a la capital pero por una zona totalmente agrícola y rural de la Comunidad de Madrid. Los pueblos, auténticos. Muy recomendable.

33 años de servicio

Soy perfectamente consciente de que la foto que adjunto es para provocar hilaridad y cachondeo a mares. Lo sé.

Pero ¡qué quieren! no tenía otra cosa que ponerme sobre el culote que el viejo polar azul en cuyos bolsillos llevo, además, la cartera, el teléfono, las llaves., etc., lo que hace que el aspecto sea por completo impresentable. Vale, lo sé.

Lo peor de todo es que éste quiere ser un post emotivo, en homenaje a una vieja amiga que ha estado conmigo 33 años. Sí, treinta y tres.

Comprada en su día con el dinero que obtuve vendiendo mi primer artículo y posiblemente el último por el que me pagaron directamente, con ella subía al Campus de Leioa (antes Lejona) desde Zabálburu a estudiar la carrera. Con ella visité Santiago en un año Jacobeo en el que descubrí el pulpo a’feira. Con ella iba de Zarautz a Getaria a iniciarme en mi afición a la vela.

Conoció bien los paseos antinucleares y los caminos del Condado de Treviño. En ella he paseado decenas de veces a mi hija pequeña hasta los juegos de uno de los parques de Carabanchel. De muy chica en su sillita y después remolcando su bici rosa.

La he cuidado todo lo posible pero esta semana, en plena Casa de Campo, un chasquido de la rueda trasera partió algún pedazo de su acero y también alguno de mi corazón.

El tiempo no pasa en balde. Ni yo tengo el aspecto –a la vista está- de cuando subía en pie sobre los pedales la cuesta desde “La Puñalada” hasta la Universidad, ni ella ha sido tampoco inmortal, aunque sí fuera inanimada.

Con honor y con tanta lealtad como la que yo mismo le he demostrado, mi vieja Razesa ha terminado su vida útil. Es así y así hay que aceptarlo. De momento la tengo recogida y me desazona sólo pensar en que tengo que pensar qué hacer con ella.

Oyarzabal se revela y se rebela


Iñaki Oyarzabal es uno de los parlamentarios del Partido Popular. Que no es el mío. Su figura adquirió especial relevancia poco antes de las elecciones autonómicas y, tras ellas, fue uno de los muñidores del pacto entre socialistas y populares que forma la actual mayoría en la cámara de Vitoria.

En su momento dijeron de él que no se ajustaba al prototipo de militante del Partido Popular. Puede que tuviesen razón aunque creo que la mayoría de los que nos sentamos en el Parlamento Vasco nos saltamos esos estereotipos tan estrechos a la torera, lo mismo en uno que en otro lado.

Ayer Iñaki Oyarzabal subió a la tribuna, habló y yo supe por qué está en política.

Se discutía por enésima vez el asunto del nombre Euskal Herria, que los nacionalistas quisieron meter en la educación como sinónimo de la Gran Euskadi. En fin, el tema es una más de esas imposturas tan comunes en la política vasca así que no les aburriré con él.

Oyarzabal intervino por su partido y aunque previamente tomó notas en el escaño, lo cierto es que a lo largo de su intervención me pareció que fue olvidando esas notas para sacar otras que llevaba dentro desde hacía tiempo: Notas y sentimientos que le removían más que el papel. Le salió una intervención que él mismo calificó de vehemente, en la que se rebeló contra la ocultación de un País Vasco mucho más complejo y real que el que se ha pretendido hacernos ver siempre como único posible desde el relato nacionalista oficial. Habló en un espacio difícil, entre el respeto y la rebelión. Y hubo incluso un momento en el que Oyarzabal se supo y se reivindicó heredero de vascos grandes que contribuyeron a un proyecto más grande que el de la pequeña Euskadi de Sabino.

En alguna ocasión he conversado distendidamente con él y le he oído alguna anécdota, que todos tenemos, del cómo y del cuándo empezamos a interesarnos por esto de la política, pero detrás de las anécdotas cada uno tenemos sentimientos personales y profundos que nos empujaron. Ayer Iñaki Oyarzabal reveló los suyos en la tribuna y los pudimos escuchar. Valió la pena porque no es una oportunidad que tengamos todos los días.

La foto es de Marcos Ruiz, de Diario de Noticias de Álava

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¿Subsidios disuasorios?

El Consejo Económico y Social vasco es una institución consultiva en la que participan empresarios, sindicatos, organizaciones pesqueras, agrarias y de consumidores, cámaras de comercio, cooperativistas, sociedades laborales, cajas de ahorro y la Universidad del País Vasco. La función del CES es asesorar al Gobierno y al Parlamento en los aspectos que tengan que ver con la política económica y social.

Hoy el Consejo ha hecho público un dictamen en el que advierte al Gobierno de que las ayudas que en Euskadi reciben las personas que atraviesan graves problemas económicos pueden disuadir a algunas de ellas de buscar trabajo. Sin trabajo ni ingresos se pueden recibir en el País Vasco entre 650 y 930 euros y existen ayudas también para quienes tienen ingresos muy bajos.

He leído con atención la información y he visto que estaba elaborada con cuidado, cosa muy de agradecer en este mundo en el que parece que lo normal es buscar la espectacularidad y la bronca.

Pero según avanzaba en el texto se me ocurrían unas reflexiones que les traslado. ¿Es el Gobierno Vasco demasiado generoso con las ayudas? ¿Sirven estos subsidios para que sus beneficiarios se peguen la gran vida o al menos vivan con extraordinaria holgura? Yo creo que no es así, en absoluto. Y si no pásese usted por un supermercado y por una inmobiliaria.

Más me parece que lo que sucede es que en los últimos años las empresas vascas y no vascas han acostumbrado a la sociedad a un nuevo estándar salarial que sencillamente mantiene a millones de trabajadores activos y cualificados al borde mismo de la miseria, permanentemente necesitados de ayudas familiares y, por supuesto, sin expectativas de salir de tal situación. Es un fenómeno que algunos han bautizado como los “trabajadores pobres”. Y ojo que no es de ahora sino que ha sido “lo normal” en los momentos de enorme alegría económica y de beneficios sin cuento.

No es, por tanto, la “generosidad” del Gobierno de Euskadi sino la cicatería de las empresas lo que podría convertir a esos subsidios en tentadoras alternativas. El fenómeno de los mileuristas está disminuyendo pero no porque sus protagonistas hayan superado ya ese salario mensual sino porque hoy dos idiomas y una titulación universitaria reciente ya no dan para alcanzarlo en la mayoría de los casos.

Esta visión cortoplacista de las empresas, que exigen titulación y experiencia a cambio de mendrugos salariales no creo que nos lleve muy lejos. Se nos llena la boca hablando de la importancia de la educación para el futuro pero como no empecemos a ofrecer un presente más atractivo a nuestra gente, especialmente a la más joven y mejor preparada, vamos a pasarlo muy mal. Si optamos por remunerarlos como si fuesen gorilas más pronto que tarde tendremos gorilas trabajando en las empresas. Y entonces hablaremos de innovación y competitividad. ¡Que risa!

Imagen de archivo del portero del Ay Carmela obtenida de http://anomaliacitrica.wordpress.com/

Hace frío en Mondragón


Tiene razón el Lehendakari cuando dice que ETA «ya nunca va a condicionar el presente y el futuro» de los vascos. Sin duda tiene razón y lo que dice es, además, un gran alivio para la sociedad vasca. Pero esta mañana también le he escuchado otra cosa en la que no le doy menos razón, que Euskadi está llena de huecos, que hay uno cada pocos kilómetros, en cada lugar en donde le quitaron la vida a un vecino y que en la calle Navas de Tolosa está uno de esos huecos.

No condicionarán ya nuestro futuro pero han condicionado tanto y tan profundamente la vida en Euskadi que vamos a tardar mucho en rellenar esos huecos a los que se refería Patxi López. Solo la memoria y el tiempo -ambos- irán llenando las marcas que nos han dejado 40 años de fanatismo. Ya he escrito alguna vez en este blog que estoy convencido de que ese proceso no será nada fácil porque ejercer la memoria nos obligará a abrir puertas que se asoman a los sentimientos más fríos, oscuros e innobles de una sociedad que, sin embargo, tiene un alto concepto de sí misma.

Una vez acabada ETA siempre podremos confiar nuestra tranquilidad colectiva al tiempo y al olvido. Y algo de eso habrá, seguramente. Pero mientras escuchaba hoy a Sandra Carrasco, la hija de Isaías, he pensado que me moriría más tranquilo si los vascos fuésemos capaces de enfrentarnos a nuestros fantasmas: la vanidad colectiva, el miedo, la comodidad cobarde, el desprecio por quien se señala, el egoísmo de la opulencia.

Esta mañana hacía mucho frío en Arrasate (que es el nombre en euskera de la localidad). Espero que los vascos seamos capaces de llenar con calor y no con olvido todos esos huecos que nos han dejado tantas décadas de horror.

La foto es de la Agencia EFE.