La facción determinista de nuestra patronal

La Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) ha hecho público un informe que llama la atención por varias cosas, pero fundamentalmente por su escasa relación con las actividades empresariales.

Sin embargo, parece que la CEOE dispone de un denominado Instituto de Estudios Económicos que se ha descolgado con un informe titulado Educación y Formación Profesional en el que se defiende que, en materia educativa, los condicionantes sociales y genéticos están por encima del origen socioeconómico y cultural de la familia. Los científicos y los expertos en educación siempre han sostenido que el éxito escolar es mayor entre los chicos y chicas que proceden de familias con más nivel cultural y con menos dificultades económicas. Pero hete aquí que los empresarios vienen a pagar un estudio que dice que de eso nada. Que la cosa no viene “de familia” sino “de nacimiento” y lo demuestran –dicen- estudiando las diferencias entre hijos naturales y adoptados, entre otras cosas

Y ya puestos a opinar con la autoridad de quien tiene dinero para pagar sus propios informes, dicen también que la feminización de la educación ha supuesto una mala práctica, al eliminar las jornadas partidas ya que las mujeres, en su deseo de conciliar, “tienden a convertir en trabajos a tiempo parcial tareas que no lo son” como la educación.

Queda claro, para empezar, que la conciliación es para la CEOE un problema de las mujeres. Pero también denuncian que “medio millón de mujeres y cerca de un cuarto de millón de varones han logrado unas magníficas condiciones para la conciliación a costa de ponerlo más difícil para el resto de la población”. Queda así muy clarito, también, que la CEOE no tiene ninguna intención de que sus empresas contribuyan a facilitar la conciliación sino, muy al contrario, de denunciar las dificultades adicionales que quienes concilian les crean a los trabajadores y trabajadoras que no deben esperar facilidad alguna por parte de las empresas de la CEOE.

Por último sostienen que el gasto en educación no es lo más importante para la obtención de resultados académicos (aunque debo decir que no he podido saber si llaman buenos resultados a que los listos “de nacimiento” saquen buenas notas o a que el conjunto de la población tenga un mejor nivel educativo)

Quedo a la espera de que los sindicatos de maestros y maestras de primaria hagan un informe científico sobre la idoneidad de los empresarios para su labor, sobre la conveniencia de las inversiones productivas y no especuladoras, ah! y que contemple también lo que las personas que educan a nuestros niños y niñas piensan sobre las remuneraciones y bonos de los altos directivos de las empresas.

La búsqueda de la competitividad en base al deterioro de las condiciones laborales me parece a mí un camino sin salida, en el que los países emergentes nos ganarán siempre. Por el contrario una sociedad más culta, mejor educada, más imaginativa y creadora nos garantiza mucho mejor la prosperidad. Son precisamente esas cosas para las que sirve la educación y sus correspondientes inversiones. Eso sí, yo no tengo ningún estudio que lo ratifique, me tengo que conformar con el sentido común.

Oro Sagrado

Posiblemente atraído por el brillo del oro me fui al Museo de Bellas Artes de Bilbao y me encontré con una exposición en la que el dorado y adorado metal era lo de menos.

La exposición “Oro sagrado. Arte prehispánico en Colombia” es una muestra no solo de una asombrosa destreza en el trabajo metalúrgico sino sobre todo de una forma de entender el arte que me pareció extrañamente moderna aunque las piezas tengan entre 500 y 2000 años.

Por supuesto no puede evitar pensar en cuántas maravillas como esas terminaron fundidas y, por consiguiente, perdidas para siempre.

Sin interés informativo

Viñeta de Carlos Azagra

Ayer el Parlamento Vasco aprobó una “Declaración Institucional” en defensa de la importancia del periodismo como herramienta básica de la libertad de expresión y de la misma democracia. La declaración se hizo coincidiendo con la decisión del cierre de las delegaciones de Antena 3 y Tele 5 en Vitoria. Cierres que se suman a los muchos recortes de plantilla que están haciendo otras empresas periodísticas.

Que los políticos expresemos nuestra solidaridad con los periodistas que nos vigilan y que lo expresemos, además, con una declaración solemne y unánime de todos los parlamentarios debería hacer pensar que tal vez entre nosotros haya más partidarios de la transparencia de los que se suele creer.

En todo caso llama la atención que de todos los muchos ERES y despidos colectivos que esta crisis está generando, de los únicos que no se informa nunca o casi nunca es –qué casualidad- de los que hacen los periódicos, emisoras y grupos de comunicación con sus trabajadores.

De hecho una de las cosas menos conocidas por la opinión pública son las condiciones laborales leoninas que, desde hace muchos años, son moneda corriente en las redacciones de los mismos medios que le informan de otros conflictos laborales, pero nunca de los suyos mismos. Será que no tienen interés informativo.

Declaración Institucional del Parlamento Vasco

El Parlamento Vasco muestra su respaldo a la labor que desempeñan los profesionales de los distintos medios de comunicación como garantía de pluralidad y expresa su preocupación por el cierre de las corresponsalías de Telecinco y Antena 3 en Vitoria-Gasteiz, con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo y de oportunidades de seguimiento de la actividad de las instituciones centrales de Euskadi que tienen su sede en esta ciudad.

El Parlamento considera necesario que los medios desempeñen la función de crítica a los poderes públicos, y entiende que la garantía del derecho a la información pasa por que las propias empresas periodísticas, incluso siendo privadas, sean conscientes de que cumplen una función pública. Por ello, los grupos parlamentarios apelamos a esas empresas, para que ejerzan su responsabilidad y garanticen unas condiciones laborales dignas que permitan a sus profesionales ser totalmente libres en el ejercicio de sus tareas informativas y, con su libertad, garanticen la pluralidad e incrementen la libertad de todos los ciudadanos.

En este sentido, el Parlamento Vasco se reitera en el acuerdo del 9 de junio de 2010 e insiste en expresar su “preocupación por la creciente precarización y deterioro de las condiciones laborales y profesionales del periodismo en Euskadi, que pueden afectar a la calidad de la información, poniendo en riesgo el derecho de los ciudadanos a recibir una información veraz y plural y, en última instancia, haciendo perder a los medios de comunicación su función de control social que resulta imprescindible en toda sociedad democrática”.

Los parlamentarios y parlamentarias vascos deseamos seguir contando en estos pasillos con la presencia, a veces incómoda pero siempre necesaria, de periodistas de los medios más diversos que pregunten sobre lo que consideren que puede ser de interés para los ciudadanos, de cámaras y fotógrafos que traduzcan a imágenes el instante político que vivimos y entendemos que el cierre de corresponsalías es una mala noticia para toda la sociedad vasca.

El Parlamento trasladará esta declaración institucional a las empresas periodísticas y a las asociaciones que velan por las garantías del derecho a la información a fin de que sean conocedores de la preocupación de los representantes de los ciudadanos de la Comunidad Autónoma Vasca en torno a lo que está ocurriendo en uno de los pilares básicos de un sistema democrático que aspira a ser lo más abierto y plural posible».

Vitoria-Gasteiz, 23 de junio del 2011

La mala resaca del terrorismo

Infierno. Hieronymus Bosch (El Bosco)

No deja de ser chocante que la Guardia Civil, las policías española y francesa y la Ertzaintza se hayan convertido en las principales aliadas de una izquierda abertzale que ahora puede adoptar posiciones políticas que le hubiesen costado muy caras en otros tiempos. Yoyes y algunos otros no tuvieron esa suerte.

La enorme debilidad a la que el trabajo policial ha llevado a ETA no solo ha aliviado la presión sobre dirigentes y votantes abertzales sino que, además –y también es paradoja- les está eximiendo de tener que pronunciarse contra lo que antes llamaban “la vanguardia”. Al fin y al cabo ETA está a punto de desaparecer sin necesidad de que ellos tengan que mover un dedo que alguien les podría en su día reprochar ¿Por qué iban a hacerlo entonces?

Pero tres décadas de asesinatos, amenazas, coacciones y enorme violencia contra la sociedad vasca no van a pasar sin más. La borrachera de sangre y de terror no se evaporará sin una resaca proporcional a la intoxicación a la que se nos ha sometido.

Maite Pagazaurtundua piensa que existe un síndrome de Estocolmo colectivo, y puede que tenga algo de razón. Andoni Ortúzar dice desear que nos olvidemos del terrorismo y que “nos dejen en paz” y muchos desean que así sea, que nos olvidemos de todo y que pasemos página, muy especialmente los que, como el PNV estuvieron, salvo poquísimas excepciones, siempre en el lado bueno de las pistolas.

Pero Euskadi es una sociedad herida, lesionada dije un día, y no va a librarse tan fácilmente de sus fantasmas. Suponiendo que se haya acabado ya el veneno, aún tendremos que pasar por un proceso de desintoxicación que abarcará a todos, aunque a unos más que a otros y a la izquierda abertzale sin duda a la que más.

El Lehendakari ha dicho que no se puede cerrar el libro de la violencia sin leer la última página, esa que precisamente no quieren leer los abertzales porque temen, con razón, que les amargue su última victoria.

Verdad, para no olvidar lo ocurrido, justicia, para reparar el daño causado y democracia, sobre la que construir una convivencia en libertad. Esos son los tres únicos ingredientes que nos ayudarán a superar la embriaguez del terror. Cuanto antes empecemos mejor.

Por cuatro que la lían

“Somos 3.000 y por cuatro que la lían nos acusarán a todos de violentos”. Así describe hoy el diario Público la desazón y el enfado con que Xabi se dirigía a Marc, ambos en medio de las concentraciones que rodeaban el Parlamento de Cataluña.

Yo me he sentido muy identificado con ese tal Xavi, que ayer descubrió dentro de sí mismo el sentimiento de injusticia y de desánimo que tenemos muchos que, por dedicarnos a la política somos tratados de ladrones, corruptos y vagos porque algunos de nosotros sí lo sean. Una acusación ésta profundamente injusta que, sin embargo, ha sido alegremente lanzada en las mismas concentraciones y acampadas de los indignados.

Xavi y Marc vieron ayer lo fácil que es ser víctima de la maledicencia y de la injusticia que vienen de la mano de la generalización, sea estúpida o interesada.

Ni son cuatro los políticos corruptos ni fueron cuatro los que agredían ayer a los diputados electos catalanes, pero Xavi tiene razón en indignarse. Yo le entiendo mejor que nadie, lo mismo que el resto de los miles de políticos honrados que llevamos años soportando lo que él descubrió ayer.

Televisión para quienes no ven la televisión

Hoy ha pasado una cosa muy importante. Se ha presentado EiTB a la carta. Es una herramienta para poder ver la televisión y escuchar la radio en cualquier ordenador pero escogiendo exactamente lo que quieres ver u oir en cada momento. A tu gusto y según te venga bien.

Parecía un acto más al uso, con su presentador, su power point, sus discursos y sus autoridades: Ha estado el Lehendakari, el Director General de EiTB, su equipo, gentes de la tele, de otros medios y del sector audiovisual, en fin lo normal aunque tirando a bueno porque Alfredo Füldner ha puesto unos canapés de los suyos, llenos de imaginación y de arte , de esos que levantan cualquier acto.

Lo parecía pero no ha sido un acto normal. Ha sido una revolución, aunque no la vayamos a ver hasta que pase un tiempo y se vaya asentando. EiTB es líder absoluto en España en crecimiento de seguidores por internet con 1.200.000 visitantes en el último mes, lo que no está nada mal en un país de poco más de dos millones de habitantes. Está visto que los vascos apreciamos poder ver la televisión cada uno a nuestra bola (como otras cosas también) y esta plataforma presentada hoy, que enseguida se extenderá a telefonos móviles, nos va a permitir consumir los contenidos audiovisuales de EiTB que queramos en cualquier lugar del mundo, a cualquier hora. Se acabó el «que pena, me he perdido el programa…». A partir de hoy vas y lo miras en la web, entero hasta una semana después y a la hora que te de la gana, de día o de noche.

Esto, que parece una facilidad apreciable y conveniente es en realidad una transformación profunda y duradera de nuestra forma de consumir productos televisivos. Una más de las muchas transformaciones que nuestras televisiones públicas tienen que afrontar. EiTB ya lo ha hecho. Enhorabuena a todos los que lo han trabajado para que parezca tan fácil.

No sabía yo que Berlín fuese parte del Tercer Mundo

Foto 5 Días

Cuando se habla de incrementar la competitividad casi siempre se entiende como que los trabajadores “deberían renunciar” a una parte de sus salarios, directos o indirectos, para que las empresas puedan así ofertar al mercado productos más baratos y más capaces de tener éxito en mercados muy exigentes que no distinguen el origen de los bienes que consumen ni les importa el sueldo de los trabajadores que los fabricaron.

Por su sencillez, se trata de una explicación muy competitiva ella misma en el mercado de las opiniones, al que también le gustan las más fáciles de entender, las que más baratas le resultan en esfuerzo.

Estos días hemos sabido que la factoría Mercedes de Vitoria se enfrenta a un dilema difícil y que debe rebajar los salarios y los precios de sus proveedores para poder competir dentro de la misma empresa por la fabricación de los próximos modelos de furgonetas de la marca. De no conseguirlo peligra el futuro de una compañía que genera el 3% del Producto Interior Bruto de Euskadi.

Todo esto parece que encajaría muy bien con la explicación tradicional antes citada, si no fuera porque la otra factoría con la que compite la de Vitoria está en Berlín. ¡Vaya por Dios! En el corazón del país más rico de Europa, el mismo que solemos poner como ejemplo por sus envidiables condiciones laborales.

No parece que esta vez el costo de los salarios sea el meollo. Y no será el único caso, probablemente.

Soy consciente de la proverbial solidez y firmeza que siempre tienen los prejuicios y los estereotipos pero no me resisto a señalar este caso porque nos abre una oportunidad estupenda para hacer un ejercicio de reflexión sobre cuáles son los elementos que verdaderamente hacen que una empresa sea más competitiva y cuál debe ser el equilibrio entre ellos.

Ahí van algunos de esos elementos:

  • · Los salarios (por supuesto)… pero también
  • · La calidad
  • · El diálogo entre empresas y trabajadores
  • · El diseño
  • · La responsabilidad social
  • · La innovación
  • · El compromiso de los trabajadores y de los inversores
  • · La imagen de marca
  • · En entorno industrial
  • · La captación y remuneración del talento
  • · La fortaleza de los controles públicos
  • · El respeto por el entorno
  • · La existencia de un sistema financiero eficaz
  • · La justicia social y la existencia de servicios que aseguren la estabilidad social
  • · Las infraestructuras públicas
  • · El respeto al medio ambiente
  • · Y ya puestos, lo diré también….La calidad de la democracia

Entiendo que usted y yo opinaremos diferente sobre la importancia y peso de cada uno de esos conceptos en la competitividad pero, sin duda todos ellos importan. El caso de Mercedes de Vitoria puede ser una buena ocasión de reflexionar sobre ello.

Lo malo de la anarquía es que necesita mucha organización

Lo que distingue a la democracia de otras formas de organización política no es la ausencia de autoridad sino el modo en que esa autoridad se adquiere y la existencia, además, de una forma reglada y controlada de ejercerla.

Foto «Público»

En democracia las formas son el fondo. Un gobernante democrático no puede hacer todo lo que le parezca, por muchos votos que tenga, ni puede sustraerse al control y al escrutinio público constante, sea por medio del Parlamento, de los medios de comunicación o de la libertad de expresión de los ciudadanos.

Todas las formas de gobierno son imperfectas, todas permiten el error o la maldad, pero lo que hace distinta (y mejor) a la democracia es que ésta se sabe imperfecta y se pone a sí misma controles. La democracia desconfía siempre de los gobernantes y de sí misma y apuesta por la inquietante estadística en lugar de por la tranquilizadora verdad. Por eso paga gustosa el precio de errar a veces a cambio de acertar a la larga. Prefiere, en definitiva, la inteligencia colectiva a la genialidad individual.

La democracia puede verse como lenta y engorrosa pero es un sistema para tomar decisiones, no para no tomarlas. A menudo nos distrae tanto el espectáculo que la acompaña: las elecciones, las campañas, las declaraciones, los acuerdos o desacuerdos parlamentarios, las mayorías y minorías, los pactos, las votaciones… que olvidamos que al finalizar todo eso se toman efectivamente unas decisiones y no otras. Porque la política, democrática o no, es tomar decisiones sobre la “res publica”, sobre los bienes y las reglas que nos afectan a todos y que nunca pueden ser, por definición, unánimes.

Me parece que no querer enfrentarse a esa incómoda evidencia es lo que está acabando con las interesantes protestas del 15M.

Serenidad, confianza y también imaginación


Los tiempos de dificultades parece que invitan a usar términos rotundos. Las crisis convocan a los profetas de remedios taumatúrgicos y radicales que no suelen tener más virtud que la simple rotundidad. La tentación, sin embargo, es grande porque nada gusta más a los profesionales del espectáculo que las emociones fuertes, que casi se nos exigen. Así ha sucedido que el resultado del Comité Federal ha provocado algo así como una gran “satisfacción cesante” en los que esperaban ver una guerra fratricida dentro del PSOE.

SERENIDAD

Así que lo primero ha sido tomarse las cosas con serenidad y ha sido bueno. Espectáculos como los que dieron el PP en 2004 o el PNV en 2009 no son de recibo en ninguna sociedad democrática y la nuestra sin duda lo es.

Zamora no se tomó en una hora. Hoy parece como si la reflexión tranquila fuese un defecto que pretendiese anular las supuestas virtudes de lo ruidoso y lo tremendo. Por el contrario, sin serenidad es imposible valorar los problemas con tino y correríamos el riesgo de no ver las cosas obvias, de minusvalorar los problemas o, al contrario, de dramatizarlos y preferir la urgencia a la idoneidad en las soluciones.

CONFIANZA

El PSOE es una “casa seria”. En el Partido Socialista Obrero Español hay mucho y de todo: de lo malo, de lo regular y de lo muy bueno. Esto último es lo que más abunda y ya va siendo hora de que lo reconozcamos, lo reivindiquemos y dejemos de dar crédito tontamente a quienes hablan mal de nosotros sin conocernos de nada.

La verdad es que no hay una organización política en España como el PSOE, ni tan estructurada, ni con tanta gente, ni con gente tan exigente consigo misma. Y desde luego no hay una organización con convicciones democráticas más profundas. Estoy de acuerdo en que podríamos ser mejores, estar más abiertos, mejor organizados, ser más dinámicos y más ágiles, todo verdad. Pero no voy a dejar de reconocer que tenemos el partido más potente, autocrítico y capaz de todos. Así que no tengo ninguna duda de que esas mismas capacidades nos permitirán volver a ganarnos la confianza de la mayoría.

Tenemos, además, el electorado más exigente y menos conformista de España. Siempre ha sido así y no hay en ello novedad alguna. De hecho si nos votan (cuando lo hacen) es porque nos hemos ganado su confianza esa vez también, como cada una de las demás. El pasado día 22 hubo muchos de esos votantes que no nos dieron su confianza. No siempre acertamos pero tengo confianza.

IMAGINACIÓN

En su día nos inventamos las primarias, de las que todos hablan pero que nadie más que los socialistas hemos practicado. Nos inventamos la polémica paridad entre hombres y mujeres y ahora resulta que la política ha cambiado con tantas mujeres en puestos de responsabilidad que se ve como natural lo que entonces era “insultante” excepción. Ahora nos toca poner la imaginación a trabajar y proponer reflexiones y propuestas que cambien cosas menores pero que de ellas salgan cambios duraderos y profundos. Algunas propuestas nos las han hecho llegar desde los campamentos de Sol y de otras ciudades, otras las tendremos que proponer nosotras y nosotros. Lo que sí sabemos es que la mayoría quiere reforzar y no privatizar la sanidad pública, que la mayoría quiere asegurar derechos sociales y no perderlos, que no estamos ante una ola ultraliberal sino ante una reacción cívica de personas que creen en la solidaridad colectiva y que no están conformes.

Ahí van algunas preguntas que tal vez ayuden

  • ¿Por qué no perseguimos la corrupción cada partido dentro de sí mismo, sin señalar a los demás? Ganaríamos en credibilidad.
  • ¿Por qué aceptamos que dedicarse a la política conlleve que te pidan soluciones mientras te insultan? Así disuadimos a los excelentes.
  • ¿Quién ha dicho que sólo lo malo vale la pena de ser contado? ¿De verdad lo creéis?
  • ¿De verdad le hacen falta al país cientos y cientos de leyes y de normas para todo?
  • ¿Por qué creemos que la política puede sustituir a la moral?
  • ¿Y los tribunales de justicia sustituir a la política?
  • ¿Por qué tememos decirle a la gente lo que cuestan las cosas que paga?
  • ¿Por qué hemos pretendido hacer creer a tantas personas que somos responsables nada menos que de su felicidad?

Estas pocas preguntas se me han ido ocurriendo pero rascando saldrían, y saldrán, muchas más pero lo importante es que éstas y otras nos las hagamos nosotros mismos y las hagamos en la calle, desde la sinceridad y la prudencia (entiéndase ésta en el sentido más noble de la sabiduría y el equilibrio que le daba Gracián, no en el de miedo).

Recuperar el valor de sentirse ciudadana o ciudadano es una exigencia urgente porque ahora sabemos que podríamos perderlo. Los famosos «mercados» nos lo han hecho ver con cruel evidencia y no podemos hacer como si no hubiese pasado.

Desconfianza y decepción

En los últimos años el mundo de la televisión está sufriendo un verdadero terremoto. Las bases sobre las que se sustentaba se tambalean. Una televisión con una programación variada y general, que ajusta su programación a los horarios de cada tipo de público, recibe ahora el nombre de “generalista”, mientras que eso antes se llamaba simplemente “la televisión”.

La aparición de la TDT ha supuesto un cambio radical con la irrupción de decenas de canales que compiten por la menguada tarta de la financiación publicitaria.

La tele en el salón con la familia alrededor es una imagen que empieza a ser residual, salvo en grandes acontecimientos. Por el contrario el público (ahora habría que decir los públicos) ya no se sienta pasivamente a contemplar lo que programan a la hora que lo hacen sino que busca donde sea exactamente lo que desea ver a la hora que quiere verlo. Es una tendencia imparable que se ve reforzada por la posibilidad de consumir los productos audiovisuales a través de internet. Las televisiones lo saben y se adaptan con aplicaciones web de televisión “a la carta” para su consumo individual a través del ordenador o de los actuales teléfonos móviles.

En medio de todo este lío, las cadenas se pelean a muerte por una publicidad que necesitan como el comer. Poco dinero, muchas cadenas y ansia de grandes audiencias no son ingredientes con los que se pueda elaborar un producto de calidad, sino todo lo contrario. Así, el deterioro de la televisión ha eliminado el espejismo de que la TDT nos traería más opciones parecidas a lo que conocíamos. No ha habido tal. Hay más opciones -si- compitiendo por la audiencia, pero no son muchas las que alcanzan el umbral mínimo de satisfacción de sus espectadores.

Las teles públicas tienen sus propios problemas en medio de esta encrucijada maldita: Menos financiación pública. Menos publicidad (o ninguna en TVE) y una conciencia de que no pueden sobrepasar determinados límites en su pelea por una audiencia sin la que ellas tampoco tienen sentido.

Y por si fuera poco las televisiones privadas, en su angustia por levantar cabeza, presionan ahora para que se les suprima la publicidad a las públicas y pronto lo harán para que simplemente desaparezcan, aunque sin duda querrán que parezca un accidente.

Pues en medio de esta batalla, hoy en el Parlamento Vasco se ha demostrado que quedan demasiadas inercias y que todavía pesan la desconfianza, la suspicacia y la sospecha. Se ha aprobado una moción bastante cabal y razonable pero el acuerdo no ha podido ser unánime porque las palabras se han retorcido en el debate para intentar ver significados ocultos, traiciones disimuladas o intenciones escondidas: modernización, adaptación, racionalización, adecuación, redimensionamiento, remodelación, han sido disparadas en medio de una polémica que me ha resultado otra vez decepcionante cuando hablamos, precisamente, de un servicio público que atraviesa un momento tan difícil.