Un país digno se toma en serio a sí mismo
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| Carmen Lamela, jueza. Foto CGP |
En mi artículo de esta semana en Voz Pópuli hablo de una virtud del trabajo de la juez Lamela, que nadie parece haber percibido. Puedes leerlo aquí.
El ardiente deseo de discurrir con novedad
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| Carmen Lamela, jueza. Foto CGP |
En mi artículo de esta semana en Voz Pópuli hablo de una virtud del trabajo de la juez Lamela, que nadie parece haber percibido. Puedes leerlo aquí.
En mi artículo de esta semana en Voz Pópuli hablo de los inevitables límites de la simulación, incluso de la que uno mismo, en su torpeza, llega a creerse. Puedes leerlo aquí.
Cataluña no será un país independiente, pero si un día lo fuese, con seguridad no sería una democracia. Porque inevitablemente necesitaría haberse deshecho antes, durante o después de su separación, de la influencia, de los derechos o de la presencia misma de la mitad de sus habitantes actuales
Al hablar de los problemas económicos de una país recién independizado me parece que se olvidan del principal. Tal vez porque construir una nación, cualquier nación, es escalofriante. De eso hablo en mi artículo de esta semana. Puedes leerlo aquí.
Como temía con tanta razón el airado monje ciego de Umberto Eco en “El Nombre de la Rosa” la comedia es peligrosa porque la risa ahuyenta el miedo y todas las formas de opresión necesitan mantener el miedo intacto, es su arma principal y nada la oxida y neutraliza tanto como una carcajada a tiempo.
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| Fe de etarras. Netflix |
Sobre la capacidad del humor para disolver los venenos más tóxicos, de eso hablo en mi artículo de esta semana. Puedes leerlo aquí.
La realidad se ha impuesto a la impostura, pero el desastre es real y, siendo enorme, puede ir a más. Solo queda ir elaborando el informe de daños, en Cataluña y en el resto de España.
El colmo sería que nos creyésemos el discurso hábil pero falso del nacionalismo de que todos los catalanes son como ellos dicen y, peor aún que les copiásemos sus fastos y sus obras y nos convirtiésemos en lo que ellos mismos necesitan que seamos.
La voz de los nacionalistas es prácticamente la única que se escucha. Su intensa y larga estrategia de hacerse con todos los resortes del poder y de la comunicación ha logrado que su discurso sea el único aceptable en la calle.
Como si hubiéramos atravesado la puerta de Tannhäuser, de Ridley Scott, hemos visto pasar cosas que no imaginábamos y todavía veremos algunas más en esta ensalada de actores y gritos en que se ha convertido el escenario de la astracanada catalana. Desaparecida toda esperanza de retorno, ahora lo más importante es que no ocurra nada irreparable. Por lo que más quieran: que no pase nada.
En mi artículo de esta semana en Voz Pópuli he rebajado las expectativas y me conformo con que en Cataluña no ocurra nada irreversible.. De eso hablo en mi artículo de esta semana, que puedes seguir leyendo aquí.
Las soluciones que sirvieron para recuperar la democracia, para construir el sistema autonómico, para mejorar los servicios públicos y para entrar en Europa no pueden vivir de las rentas. Ya son bastantes los problemas que no son capaces de resolver, el de Cataluña es el último pero no el único.
La gente de nuestra generación construimos un sistema democracia y funcionó bien, aún lo hace, pero hay cosas en las que empieza a fallar. De eso hablo en mi artículo de esta semana, que puedes seguir leyendo aquí.
De todo este embrollo lo más difícil no va a ser lo que el Gobierno haga de aquí al 1 de octubre, sino lo que se haga por parte de los ciudadanos a partir del día después.