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Javier Cercas habla no de la transición sino de nosotros

Extraordinario artículo de Javier Cercas sobre la transición y sobre nuestra compleja relación actual con aquel momento de la historia de España. Lo publicó El País el 14 de abril de 2013.

http://elpais.com/elpais/2013/04/12/eps/1365788020_481362.html

Pocas veces reboto directamente artículos ajenos en este blog personal pero es que en este caso me parece tan excelente que quiero tenerlo aquí, en mi página, para releerlo y acordarme. Si a alguien de los que algunas veces entráis aquí os gusta también, habré hecho, además, una buena acción. Ahí va:

La Transición, papá y mamá


De un tiempo a esta parte parece extenderse entre la izquierda de mi generación un discurso que, más o menos, vendría a decir lo siguiente: ¿quién tiene la culpa de la ínfima calidad de nuestra democracia? La Transición. ¿Por qué nuestra democracia amenaza con convertirse en una partitocracia? Por la Transición. ¿A qué se debe el pésimo funcionamiento de nuestra justicia? También a la Transición. ¿Cuál es el origen de la crisis económica? Cuál va a ser: la Transición. ¿Y de la llamada crisis moral? La Transición también. ¿Y del llamado problema catalán? La Transición, la Transición, la Transición. De todo tiene la culpa la Transición; o sea: de todo tienen la culpa papá y mamá, que fueron los que hicieron la Transición.
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El malahostiómetro

Foto El diario.es

Sobran motivos para que muchísima gente esté cabreada. Casi todos lo estamos en alguna medida y a ninguno nos faltan razones para ello. Tal vez la mala leche sea consecuencia natural y lógica cuando se acumulan en los seres humanos el asombro, la desesperanza y el miedo, sobre todo el miedo. Pero sin duda alguna la ira es un sentimiento con vida propia que, una vez liberado, nunca trae buenas consecuencias. Y casi siempre las peores son, precisamente, para quienes la confundieron con un sentimiento liberador al verla estallar.

Por eso me deja atónito que no solo desde internet sino desde muchos medios y algún sector político se esté estimulando la cólera con tanta vehemencia y que, en defensa de una especie de Santa Indignación, se acepte como normal y legítimo que el mucho enfado sirva para justificar cualquier acción coactiva, en principio pacífica -se dice- pero luego ya veremos. Supongo que dependerá del enfado.

Por eso, si ahora va resultar que el nivel de irritación va a ser lo que autorice a saltarse barreras, normas, derechos y respetos, necesitaremos alguna herramienta que nos ayude a determinar cuánto abuso tendría derecho a cometer el abusado. De ahí el título de esta columna.

Ahora que habíamos empezado a desechar el tradicional concepto atenuante de “crimen pasional” y le llamamos violencia machista es cuando surgen partidarios de que la propia democracia se administre no en base al frío recuento de votos en las urnas sino dando carta de naturaleza al calor de los sentimientos y a la emoción. Mal vamos.

A todos nos gusta que nos quieran (incluso a mí que escribo hoy esta columna tan poco adecuada para ello) así que sospecho que quienes han optado por pasarse de la lógica comprensión del dolor a la apología de la ira lo que hacen es elegir el camino que creen más fácil y directo para alimentar su propia popularidad, justo lo que los griegos clásicos llamaron demagogia.

Esta semana perdimos a alguien completamente ajeno a esa estrategia perversa. José Luis Sampedro, economista, profesor, filósofo y escritor al que su larga y fecunda vida aportó la sabiduría y serenidad necesarias para señalar la auténtica profundidad de los problemas. Un hombre libre, que tuvo la dignidad de decir siempre lo que pensaba sin miedo pero también sin ira. Entre Sampedro y el diputado del PP, que creyó que su enorme enfado también le daba derecho a él a amenazar, me quedo con el primero.

Tercera entrega: «La Lirio»

Después de mucho tiempo vuelvo con otra entrega de esta sección dedicada a la copla y sus contenidos. Un género musical muy conocido y popular. Quien más quien menos ha escuchado cantar alguna a su madre o a su abuela (dependiendo de la edad) y recuerda también algún pasaje.

El gran Carlos Cano las reivindicó con fervor, calidad y enorme éxito. No es canción…se llama copla -decía- …y cabe dentro la vida. Y así las hizo llegar a un público que no era el que tradicionalmente las había escuchado. Con todo, a estas alturas ya quedan reservadas para los muy incondicionales que las conocemos y las disfrutamos mientras que el resto las ve como un espectáculo entre pintoresco y cutre, propio de los tiempos de nuestras abuelas.

Sin embargo, precisamente por haber sido tan enormemente populares en su momento es por lo que son un lúcido testigo de la vida, la moral y los valores del tiempo en el que se crearon y difundieron. Acostumbrados a oírlas no es habitual que nos percatemos de las cosas terribles que cuentan y muy especialmente del papel no ya subordinado sino directamente aterrador que reservan a las mujeres, condenadas a un mundo de tristeza y dolor.

Esta es una de las más famosas y, si se fijan, se refiere sin recato a la trata de blancas, explicando con detalle la compra de una mujer a cambio de «cincuenta moneas de oro» pagadas por ella a la madame del prostíbulo gaditano. Espeluznante.

En Cádiz tiene la Bizcocha, 
un café de marineros,
y en el café hay una niña, 
color de lirio moreno,
color de lirio moreno.
Lirio la llaman por nombre,
y ese nombre bien le está,
por un cariño, cariño,
tiene las ojeras morás.
Y de Cádiz a Almería,
con voz ronca de aguardiente,
canta la marinería:

La Lirio, la Lirio tiene,
tiene una pena la Lirio,
y se le han puesto las sienes
moraitas de martirio.
Se dice que es por un hombre,
se dice que si es por dos,
pero la verdad del cuento,
¡Ay, Señor de los Tormentos!
la saben la Lirio y yo.
Y a la mar, maera,
y a la Virgen, cirios,
y pá duquitas
¡ay, madre de mi alma!
pá duquitas negras,
las que tié la Lirio.

Un hombre vino de Cuba, 
y a la Bizcocha ha pagao, 
cincuenta monedas de oro, 
por aquel lirio morao,
por aquel lirio morao.
Que fue por un bebedizo,
de menta y ajonjolí,
que fue una noche de luna,
que fue una tarde de Abril.
Y de Cádiz a Almería,
canta el novio de la Lirio,
con una voz doloría:

La Lirio, la Lirio tiene,
tiene una pena la Lirio,
y se le han puesto las sienes
moraitas de martirio.
Se dice que es por un hombre,
se dice que si es por dos,
pero la verdad del cuento,
¡Ay, Señor de los Tormentos!
la saben la Lirio y yo.
Y a la mar, maera,
y a la Virgen, cirios,
y pá duquitas
¡ay, madre de mi alma!
pá duquitas negras,
las que tié la Lirio.

Letra tomada de La poesía de la copla

Frivolidad Real…y Republicana

La marea de descrédito que
asola la vida pública ha alcanzado esta vez de lleno a la Monarquía, de forma que
ya parece que no queda nada ni nadie en quien confiar. Los datos ciertos ya conocidos,
junto a los presuntos, junto a los que nos imaginamos, mezclado todo ello en el
puchero de esa venenosa receta actual de extender cualquier mala sospecha a
todo y a todos nos está dejando sin ningún asidero firme: ni la banca, ni, por
supuesto, los políticos, ni los empresarios, ni los sindicatos, ni la Unión Europea, ni la Iglesia, ni la prensa, ni
tampoco la Justicia. Parece
que todo se tambalea inseguro, amenazando con derrumbarse.



Tal vez tengan razón quienes
prevén y hasta reclaman un inminente levantamiento revolucionario, aunque a mi ya
me gustaría saber hacia dónde, si hacia delante o hacia atrás. Porque las
revoluciones pueden hacerse de muchas maneras y con resultados también muy
diversos. Ante esto yo siempre recuerdo aquel viejo proverbio: “pobres de
quienes vivan tiempos históricos”.
Lo cierto es que la asombrosa
ligereza en el comportamiento ético de algunos miembros de la Familia Real, junto con otros imperdonables
errores de aquella Casa, está acabando con la reserva de respeto que el Rey fue
acumulando durante la recuperación de la democracia que él mismo impulsó y
protagonizó junto con otros políticos.
Tal debilidad ha abierto las
puertas de la opinión pública a quienes abogaron siempre por la recuperación en
España del régimen republicano con una Presidencia electa. Puede que esta sea
una buena ocasión para plantear en serio tal cambio, por eso precisamente me
sorprende la superficialidad con la que se habla de una modificación tan
profunda y complicada. Casi sin explicaciones, como si fuera obvio y simple. Como
si algo tan decisivo no requiriese detalles ni concreción alguna. Por ejemplo ¿Queremos
una república como la francesa en donde el Presidente manda sobre quien dirige
el Gobierno o, al contrario, optamos por Alemania, donde es la jefa del
Gobierno quien mantiene en la oscuridad al Presidente?
Como estas son cosas muy
serias conviene abandonar la frivolidad. Desde luego si el hijo del Rey quiere
llegar a ser Felipe VI va a tener que hacer algo que le haga merecerlo. Y si
los partidarios de una tercera República Española quieren avanzar en su
legítima aspiración tendrán que empezar a decir qué es exactamente lo que
quieren y cómo nos proponen conseguirlo, más allá de emocionales protestas en
las redes y en los comentarios de la prensa digital.
(Nota.- El Presidente del Gobierno francés (Primer
Ministro) se llama Jean-Marc Ayrault mientras que el Presidente de la República alemana es Joachim Gauck. No se preocupe, yo también lo he tenido que buscar)

Compro oro

Parece que un equipo de investigadores de tres laboratorios, uno de ellos en la universidad pública del País Vasco, otro en Vigo y otro en Tenerife, ha descubierto la función decisiva que desempeña un gen en la protección de nuestro cerebro contra el ictus, el alzheimer o incluso las epilepsias graves. Una gran noticia que podría transformar el manejo de las consecuencias del envejecimiento.

No es difícil imaginar lo que esta línea de investigación podría suponer en cuanto a la salud, el bienestar, la felicidad y, por supuesto, también la economía. Tampoco es difícil figurarse el esfuerzo duro y constante que habrán hecho esas personas, lo mismo que muchas otras que están investigando en España aunque no hayan aparecido en los periódicos.

Lo que sí aparece en los periódicos es que Alemania y otros países del norte están organizando de forma sistemática la captación de universitarios españoles para ofrecerles trabajo y una nueva vida en aquellas tierras. Promueven encuentros en los que se buscan, entre otros, ingenieros, médicos y otros sanitarios y hablan maravillas de la extraordinaria preparación que ofrecen nuestras universidades y centros de enseñanza superior. Parece incluso que allí se preocupan de que su baja tasa de natalidad pueda conllevar en el futuro dificultades para mantener sus sistemas de bienestar y sus pensiones y, como consecuencia, actúan desde ahora mismo intentando atraer a aquellas personas suficientemente preparadas para garantizarles que podrán seguir en la ola de la competitividad internacional.

Mis noticias personales son que en Alemania tampoco atan los perros con longaniza pero comprendo el deseo de ofrecer una mejor salida laboral a esas personas y que, en consecuencia, algunos servicios de empleo y las propias universidades colaboren en esta exportación (o huida) de lo mejor que tenemos y que tanto nos ha costado conseguir. Pero tengo que recordar que España, que siempre fue un país atrasado en investigación, no hace tanto que tomó la decisión de darle la vuelta a esa situación convencidos de que investigar no estaba por encima de nuestras posibilidades. Sería descorazonador que abandonásemos ahora y que fuesen otros quienes sacasen los réditos de tanto esfuerzo propio. Por eso me asalta la misma inquietante sensación de quienes se ven obligados a vender las joyas atesoradas en la familia durante generaciones para poder llegar a fin de mes.

Fraude rico, fraude pobre

El año pasado empezó a aplicarse en Euskadi un nuevo sistema para gestionar la llamada Renta de Garantía de Ingresos (RGI) que, por si no lo sabe usted, es el dinero público que las personas sin recursos reciben para no morirse de hambre debajo de un puente. Se unificaron todos los expedientes en una sola institución que además de gestionar el cobro de la ayuda, también se ocupa de tramitar la búsqueda de empleo. Se trataba de evitar así la creación de una bolsa de personas eternamente marginadas-paradas-subvencionadas.

El cambio supuso la aparición de cierto número de fraudes de quienes no cumplían alguno de los requisitos exigidos, desde los más leves como no tener al día el empadronamiento o no haber recibido un envío certificado hasta los más reprobables como residir en el extranjero o negarse expresamente a aceptar ningún empleo.

Efectivamente los abusos, sean muchos o pocos, deben ser perseguidos. No solo por el gasto que suponen sino también porque de otro modo los enemigos de la solidaridad se arman de razones para acabar con ella.

Hubo entonces cierta polémica: errores, rectificaciones, retiradas definitivas y muchos aprovecharon los fraudes detectados para reforzar su convencimiento previo de que ayudar a los pobres es alimentar vagos. Otros pensamos, por el contrario, que estaba muy bien que hubiese un mejor control para que así se desmontase de una vez la leyenda urbana del “gitano-que-aparca-su-bólido-deportivo-para-entrar-a-cobrar-el-subsidio”. Pero no recuerdo a nadie apelando entonces al derecho foral para que las diputaciones no cedieran los datos de los pobres.

Sin embargo ahora que se propone que las Haciendas de Álava, Gipuzkoa y Bizkaia compartan los datos de sus contribuyentes respectivos para así poner en marcha un control más rápido y eficaz del fraude fiscal de los ricos, renace con vigor la defensa encendida de las competencias forales y se hacen lenguas de lo bien que inspeccionan las diputaciones ellas solas cada cual por su lado. Estoy seguro que inspeccionan, como lo estoy también de que inspeccionaban los abusos que pudiera haber con las ayudas sociales, pero no deja de sorprenderme lo bien que se aceptó en su momento que se unificasen los datos de los pobres y lo que parece que cuesta aceptar que se puedan revisar con parecida agilidad las declaraciones de todos los contribuyentes vascos. Puede que se trate de sincera pasión política por el tradicional foralismo vasco pero ¿No será acaso el miedo a que aparezcan fraudes, como pasó con la Renta de Garantía de Ingresos? Vaya usted a saber.

¿Y si nos levantamos?

La publicidad es muchísimo más que una técnica de venta. Es una manifestación del genio humano, sobre todo cuando consigue su objetivo: despertar lo que cada uno de nosotros tenemos dentro.

Coca-Cola (o un publicista pagado por la compañía) ha hecho el mejor spot electoral de la izquierda. Para sonrojo de ésta.
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Dona Nobis Pacem

Foto Facebook

Se ha dicho que en España siempre andamos detrás de los curas, unas veces con cirios encendidos y otras con garrotes, pero siempre tras ellos. Sí que parece evidente que hemos tenido dificultades para separar con claridad la sociedad civil y la Iglesia, y es así que nos sigue costando colocar a cada cual en su sitio, condición necesaria para el respeto mutuo, la discrepancia civilizada y el posible acuerdo.
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Caudillo de los pobres

Cuando se siembra una sociedad con las semillas de la ineptitud política, la injusticia social, el egoísmo de clase y la corrupción, lo que más crece, y con enorme furor, es la pobreza. Y empobrecer a la gente es el primer paso para que el siempre frágil edificio de la democracia empiece a desmoronarse.

El fallecimiento de Hugo Chávez puede ser una buena ocasión para que nosotros tomemos alguna lección de cosas que han pasado en Venezuela.

Podemos aprender, por ejemplo, que arruinar a millones de personas y de familias no resulta políticamente gratis. Que tiene consecuencias muy malas; desde luego las peores son para quienes pierden sus medios de vida pero a la larga los efectos negativos afectan al sistema democrático mismo, a la libertad de todos y a la prosperidad del país.

Comprendo muchos de los argumentos que se escuchan ahora en defensa de Chávez por su legado de lucha contra la pobreza más flagrante de Venezuela. Pero como me gustan tanto las formas de la democracia: eso de los derechos civiles, el imperio de la ley, la separación de poderes y el respeto por las minorías, no puedo decir que me gustara nada el estilo de gobierno del presidente fallecido.

Creo que la democracia no son solo las elecciones sino también los límites a la arbitrariedad del gobierno y los controles efectivos entre elección y elección. Pero también creo que la democracia y sus normas, tan corteses, saltan por los aires cuando no sirven para evitar el abuso continuado de la elite política, económica, bancaria, empresarial o criolla sobre el resto de ciudadanos. Y cuando tal cosa sucede no es difícil que aparezcan líderes como Chávez, mucho más amigos de la épica, la urgencia y el populismo que del respeto por las reglas.

Las voces que claman por el reinicio de la democracia en España todavía salen de bocas que han podido desayunar esa misma mañana, nada que ver (por el momento) con la pobreza generalizada e insultante que en su día impulsó y después sostuvo elección tras elección al presidente venezolano. Pero tal vez no sea siempre así, quizás la aparición de un “salvador” hispano solo necesite un poco más de tiempo, una vueltita más de la tuerca de la austeridad y una mordida adicional a los derechos de la gente. Escándalos no necesitamos que de eso ya creo que vamos sobrados. Lo que me parece que sí nos va a faltar es el petróleo.

Mierda para la Asociación Española de la Banca

Tienen hasta logotipo

En este momento en el que se exige a millones de ciudadanos que
de avengan a pasar hambre, que renuncien a calentar su casa y al futuro de sus
hijos (a quienes
ya no están a tiempo de evitarlos
) y a los políticos que asuman su innegable
responsabilidad en el desastre, es asombroso e indignante que los portavoces de la Banca se hagan los locos y salgan
con indecencias como las mentiras que alguien de
la AEB
ha tenido la desfachatez y la inmoralidad humana de pronunciar ante
un periodista y aun de escribir sobre
un papel
.

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