El fin de una excepción

El Parlamento Vasco ha aprobado hoy, por fin y con un consenso completo, el dictamen que pondrá fin a algunas situaciones de privilegio para los políticos instauradas en el tiempo de la transición.

Hace 31 años se establecieron unas condiciones especiales para las personas que se dedicaban a la política, privilegios que tenían por objeto compensar la situación en que se encontraban algunos políticos que habían desarrollado su tarea en el exilio o en la clandestinidad y que, como consecuencia, no habían generado derecho a pensión alguna. La Ley acudió en ayuda de estas personas cuyo concurso era entonces simplemente imprescindible para construir la democracia. Por otra parte, la política se presentaba en aquel momento como una nueva actividad abierta, necesitada de profesionales competentes a los que la vida pública de la recién estrenada democracia les iba suponer sin duda la amputación brusca, y acaso irreversible, de sus carreras laborales.

Aquellas previsiones, que de suyo eran coyunturales, se acabaron convirtiendo en un privilegio al consentirse su permanencia pasado aquel momento de excepcionalidad. Sin embargo, resultó mucho más cómodo mantenerlas que suprimirlas y pasaron gobiernos uno tras otro sin que nadie se metiese en ese jardín. El resultado fue que tales privilegios contribuyeron finalmente a echar más leña al nada inocente fuego del desprestigio de la política, llegando a escucharse auténticas leyendas urbanas sobre unas condiciones tan escandalosas como falsas que tendríamos de por vida los miembros del Gobierno o del Parlamento.

Por fin, con el primer Gobierno Vasco que preside un Lehendakari socialista y con el impulso decidido del PSE en el Parlamento se ha instado la supresión de tales privilegios de forma que las excepciones sean eso, excepciones, como las que corresponderán exclusivamente a los ex Lehendakaris.

Para reparar esa injusticia se han cometido, inevitablemente, otras, ya que personas que tenían derechos legalmente reconocidos y sabiéndolo habían actuado en consecuencia, los perderán, pero tales casos no pueden justificar la existencia de una situación tan poco presentable, que aleja además a los políticos de la calle.

Los altos cargos del Gobierno de Patxi López serán los primeros que ya no tendrán aquel blindaje cuando dejen de serlo y su situación será las que les corresponda entonces según su vida laboral, exactamente igual que el resto de contribuyentes. Del mismo modo los parlamentarios nos equipararemos también al resto de los ciudadanos, recuperando el derecho, que hasta ahora no teníamos, de cobrar desempleo como todos los demás cotizantes y que era, por cierto, lo único que nos diferenciaba.

Hace unas semanas los parlamentarios socialistas -solo nosotros- hicimos pública nuestra declaración de bienes e ingresos, lo que en mi caso concitó bastante choteo de mis amigos sobre mi “penosa” situación patrimonial.

Dudo mucho que estas decisiones vayan a tener alguna repercusión en los ruidosos círculos de opinadores públicos y privados tan aficionados al veneno, pero creo que son gestos razonables y transparentes que resultan obligados. Y espero que con el tiempo, contribuyan a recuperar entre la inmensa mayoría de ciudadanos y ciudadanas cabales el prestigio y el respeto que la actividad política merece. El tiempo lo dirá.

Televisión, internet y encuestas

El Gobierno Vasco ha realizado un interesante estudio sobre medios de comunicación. Leyéndolo con un poco de atención destaca la extraordinaria penetración de Internet como medio de comunicación, no muy por detrás de la antes omnipotente televisión, a la que la web pisa los talones como medio de referencia en general. La red, es, de hecho el principal medio que los encuestados para formarse y aprender cosas (42%) muy por encima de la propia televisión (27%).

Fuente: Irekia – Gobierno Vasco

Es una tendencia que va a más y que está revolucionando profundamente el entorno de los medios de comunicación audiovisual con muchas e importantes consecuencias que se harán evidentes más pronto de lo que creemos. El consumo audiovisual ya no es lo mismo que el consumo televisivo. Internet ha destruido para siempre el monopolio de la tele y los viejos tiempos no volverán.

Pero no me resisto a señalar otros datos estupendos que facilita la encuesta. A saber: los cuatro tipos de programas preferidos por las personas que ven la televisión son estos:

  • Los informativos, que los prefiere el 55%
  • El cine, con un 36% de adeptos
  • Las series y comedias que gustan al 25% de los televidentes
  •  Y los programas culturales y documentales, que es lo que gusta al 25%
jejeje, que risa me está dando…
Luego viene ¡nada menos que 10 puntos por debajo de los documentales!….el fútbol, seguido en el mismo porcentaje, por los demás deportes.
…jua jua jua…
Casi lo mismo que el fútbol (dos puntitos menos) los vascos decimos que apreciamos los programas de debate, entrevistas, tertulias culturales o políticas.
…me parto…¡casi lo mismo que el futbol!
Entre el cero y el tres por ciento es lo que nos gustan –decimos a los encuestadores- los magazines de la tarde y los realitys.
(Tengo que parar un momento porque las carcajadas me impiden teclear con tino).
Recuperado el aliento sigo viendo datos y compruebo que mientras TVE1 es considerada mayoritariamente de bastante calidad (45%), Tele 5 arrasa en las categorías de poca (35%) y ninguna calidad (28%). No solo eso sino que es, con enorme diferencia (25 puntos sobre la siguiente), la ganadora en la pregunta “canal que menos me gusta”. Nada de particular si no fuera porque dos páginas antes esta cadena cuya calidad se califica de forma casi infamante ha quedado nada menos que segunda en el ranking de canal preferido y no demasiado lejos de la ganadora, que es la 1 de TVE.
Lo cierto es que la encuesta es realmente interesante, con datos también sobre radio y prensa, y merece la pena verla pero es que las cosas que dice la gente sobre la televisión son de traca y no me he resistido a comentarlas.

El espejismo de lo importante

Si usted se está molestando en leer esto, cosa que le agradezco de corazón, probablemente es porque le gusta estar informado. Es probable que a estas horas haya escuchado ya algún informativo en la radio o en la tele. Hace usted muy bien en escuchar o leer noticias, considerar opiniones y formarse la suya propia.

Pero recuerde que no es lo mismo estar al corriente de la actualidad que estar informado. La actualidad es una realidad que otros escogen por nosotros y nos sirven bien cocinada, pero no es “La Realidad”. Nos pasa que de tanto ver y escuchar en todos los sitios las mismas cosas, las mismas ideas, los mismos eslóganes, se nos forma el espejismo de que lo que nos narran es lo que pasa, lo único relevante que pasa. Pero no es así. Hay mucho más mundo que el que nos cuentan porque la función del periodista es escoger y, por consiguiente, desechar. Y en esa selección lo notorio, lo espectacular y lo dramático parte siempre con ventaja, aunque no sea en verdad lo importante. No olvide nunca eso y verá las noticias con un desapego más sano.

Si le han entregado este periódico en la escalera del metro, piense que lo que usted hará hoy, junto con lo que harán las personas que le acompañaban en su mismo tren, es -seguro- bastante más importante que casi todo lo que ocupará las portadas o los noticiarios. Sepa que aunque lo cotidiano solo alcance la categoría de noticia cuando hace ruido es, sin embargo, lo que verdaderamente mueve todo: lo que hace usted y la gente que le rodea.

Por supuesto le recomiendo que no pierda el interés por la actualidad, pero del mismo modo que no puede haber un partido del siglo cada quince días (por mucho que vociferen los comentaristas deportivos) tampoco cada día tiene que ser testigo de un acontecimiento histórico; y menos mal. Que tenga un buen día.

Publicado en DANOK Bizkaia el 3 de febrero de 2012

No corras, que es peor

Cuando de niños nos cazaban en alguna travesura esa era la advertencia que solía preceder al cachete. Hoy no corremos delante de una zapatilla sino detrás de casi todo.

El apresuramiento parece un ingrediente imprescindible en nuestra vida, en la que demostrarnos a nosotros mismos, y a los demás, lo ocupados que estamos se ha convertido casi en una obligación social, en un gesto de buen tono. La consecuencia es que los minutos se nos escurren entre las manecillas del reloj como agua entre los dedos.

Hace un mes corríamos para comprar los regalos navideños y ahora corremos a ver el saldo de la tarjeta con el que pagarlos. Nos apresuramos en acudir a las rebajas antes de que se terminen las oportunidades y nos desazona no haber encontrado tiempo de aprovecharlas el mismo día en que empezaron, pero otras urgencias nos lo impidieron entonces.

Sin embargo, cuando lo urgente entra por la puerta lo importante suele saltar por la ventana. Ahí se nos va el tiempo para nuestros amigos, para nuestros padres o para nuestros hijos que aunque no parecen tener prisa, sí necesitan más atención de la que nos concede la tiranía de la prisa. La carrera cotidiana nos roba el rato para nuestras parejas que así nos sorprenden a veces con un alejamiento que no sospechábamos, y la obligación de llenar cada momento nos impide, sobre todo, estar con nosotros mismos, escucharnos y conocernos, como sabiamente recomendaba el antiguo templo de Apolo, en Delfos, y como actualmente recomiendan no solo los siquiatras sino también los cardiólogos.

Hoy lo que resulta urgente es disponer de tiempo para «nada», que al fin resulta ser el tiempo que usamos para lo realmente valioso. «No corras, que es peor» sigue siendo un buen consejo, aunque hayamos superado la edad de las trastadas.
 
Publicado en Danok Bizkaia el 27 de enero e 2012

El doctor que no se resignó

Como sin duda ya sabrán ustedes el pasado viernes 13, mientras este nuevo periódico nacía, falleció en Bilbao el Dr. Juan Antonio Usparitza, conocido sobre todo por ser el fundador de la asociación de ayuda en carretera DYA.

Foto Luis Calabor El Correo

En el año 1966 Usparitza, un médico ya entonces reconocido y respetado en Bilbao,  optó por no resignarse y meterse en líos. Y así lo hizo. Decidió no aceptar que las personas que sufrían un accidente en carretera muriesen en las cunetas o a causa de traslados precipitados y erróneos, como desgraciadamente ocurría demasiadas veces.

Aquella labor pionera abrió los ojos a la sociedad y las sirenas de aquellas primeras ambulancias amarillas, que a veces conducía él mismo, empezaron a despertar en todos la conciencia de que no era aceptable la muerte de miles de personas; que el automóvil no podía cobrarnos ese peaje de muerte y de dolor en nombre de ningún progreso. Abrimos los ojos y empezamos a parar poco a poco aquella sangría.

Por fin, en la última década se han reducido en más de la mitad los accidentes de tráfico y también los fallecidos. Hoy hay 13.500 personas vivas en España que hubiesen muerto en los últimos 10 años de mantenerse las cifras de 2001.

Sin embargo la lección más esencial que nos dio este hombre fue su determinación a no dejarse llevar, a no aceptar lo inaceptable, a señalar con osadía lo que otros desdeñaban. Ni se acomodó ni se conformó ni se acostumbró. Vio entonces lo que quería cambiar y lo cambió. Con esfuerzo y tesón abrió el camino que luego ha seguido una sociedad que hoy es mejor.

Todos tenemos cosas que quisiéramos cambiar, sea en el mundo entero, en nuestro circulo privado o -las más difíciles- dentro de nosotros mismos. Las personas que mejoran su mundo también transforman inevitablemente su propia vida. Pero para hacerlo hace falta tener los ojos bien abiertos para ver lo que no deseamos y la determinación y coraje para no conformarnos con ello.

La rebelión de Usparitza fue la atención a las personas accidentadas ¿Cuál será la mía? ¿Y la de usted? Hoy es un buen día para pensarlo, y para empezar a no resignarse.

Publicado en DANOK Bizkaia el 20 de enero de 2012

La ropa la compraban las madres

Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que las tareas “propias” de hombres y de mujeres estaban muy bien definidas: Los hombres no cuidaban de los bebés, ni entraban en la cocina mientras que las mujeres no pisaban los bares, ni trabajaban fuera de casa una vez casadas.  Conviene recordar que hasta avanzados los años 70 en España una mujer casada, aunque tuviese ingresos propios, necesitaba legalmente el permiso de su marido para disponer de su propia cuenta bancaria o para viajar al extranjero. Era así y lo era para desgracia de todas y de todos.

Imagen de:

Precisamente una de las tareas propias de la mujer casada, que salvo rarísimas excepciones no trabajaba fuera de su hogar, eran las compras. Con lo que su economía familiar les permitía compraban la ropa para los hijos varones y para el marido y si alguien les acompañaba en la búsqueda y selección eran las hijas o los chicos cuando éramos pequeños.

Aquello no solo tuvo como consecuencia generaciones de hombres perfectamente ineptos para el mundo del textil, que afortunadamente ya vamos remontando, sino que creó unos estándares en los sistemas y en los horarios de venta que han saltado por los aires con la incorporación de la mujer a la educación y a la vida laboral. La auténtica revolución de fondo que nos trajo el final del siglo XX.

Ahora que tanto hombres como mujeres, casados o solteros, trabajan (cuando pueden hacerlo) los horarios comerciales de antaño ya no sirven porque ya pocos y pocas disponen de los días laborables para comprar, como sí pasaba antes. Estos días asistimos en Bilbao a una polémica muy lamentable sobre la apertura en festivos en la que los gritos, improperios y amenazas no dejan que se oigan voces partidarias de que se pueda llegar a un acuerdo que regule cabalmente una realidad que nos viene imparable. Tan imparable y profunda como esa misma revolución que ha venido de la mano de las mujeres y que, entre otras muchísimas cosas, ha hecho que comprar la ropa ya no sea tarea “propia” de las madres, afortunadamente para todas y para todos.

Reconocer la realidad y adaptarse a ella siempre será mejor que negarla hasta el momento final en que inevitablemente nos pase por encima, porque entonces lo hará arrasando con todo.

Publicado en Danok Bizkaia el 13 de enero de 2012

Un paseo por la noche de Madrid

Después de estos días de cenas, comidas y otros festejos culinarios, hoy mi cuñado y yo hemos tenido la necesidad imperiosa de darnos un paseo nocturno por las calles de Madrid (que puede ilustrarse con la obra de Luigi Boccherini, de similar nombre, que adjunto).

Hablábamos de las dificultades que atraviesan ahora muchas empresas y me remarcaba que eso es especialmente cierto en aquellas que creyeron antes de la crisis que lo que importaba era trabajar y producir, las que mantenían sus activos económicos y humanos y reinvertían sus beneficios en ellas mismas en lugar de repartirlos entre sus dueños. Esas son las que peor lo están pasando -me decía-.

Todo lo contrario de aquellas empresas que hicieron caso a los consultores empresariales más diligentes y modernos, que les recomendaban esconder los beneficios, hacer un poquito de ingeniería contable, poner testaferros por medio, pensar en el beneficio y no en el trabajo ni en el cliente, convertir sus activos reales en créditos seguramente impagables pero siempre más ventajosos fiscalmente, mantener en definitiva sus empresas en “la nube”.

Me decía Rafa que los responsables de estas últimas empresas siguen siendo ricos, que siguen disponiendo de dinero y de oportunidades y que la crisis les ha cogido con sus beneficios privados a buen recaudo. Quienes hicieron caso a los asesores financieros han salido muy bien parados de ésta. El único problema fue que sus empresas quebraron, por supuesto, pero los únicos desamparados han sido quienes trabajaban en ellas, nunca ellos mismos.

Definitivamente Rafa y yo somos unos antiguos. (Yo incluso para la música, como se puede ver)

Euskadi. La taifa fiscal

Fiesta de Moros y Cristianos en Caudete

Cuando en Europa se está hablando nada menos que de armonización fiscal para toda la Unión, resulta que aquí, en un pequeño territorio, con los mismos habitantes que algunos barrios de metrópolis europeas, dicen que ellos que no.

No que no quieran ser Europeos, ni tampoco que amenacen con quedarse fuera de esa armonización, aún lejana, pero que se apunta como herramienta de lucha contra la crisis. Nada de eso. Esa aldea resistente, se resiste sobre todo a ponerse de acuerdo consigo misma, y retuerce sus propias leyes en defensa de una concepción completamente anacrónica del territorio, de la política y sobre todo…ay!…de la fiscalidad.

Ese pequeño país, tiene él sólo tres haciendas que se llaman forales, para apelar a la tradición (además de otra invitada). Tres haciendas que no se ponen de acuerdo en casi nada: ni pagan lo mismo los ciudadanos con iguales ingresos ni los tres Gobernadores dejan que nadie les coordine, incluso aunque lo digan sus propias leyes.

Allí los trabajadores por cuenta ajena aportan el 80% de la recaudación y de entre ellos los mejor pagados, que son el 10%, ponen solos la mitad del total. Pero los que parece que lo pasan peor son los profesionales, los autónomos y quienes no cobran una nómina, que declaran -fíjese- un 40% menos de ingresos que los trabajadores, a muchos de los cuales les pagan ellos mismos. Sabido es que hay casos de sueldos altos y casos de negocios, despachos y bufetes ruinosos pero no falta quien piensa que hay algo que chirría aquí.

Gente malpensada, sin duda, que dice cosas como que el volumen del fraude en Euskadi, que así se llama el país, puede llegar a 2.500 millones, lo mismito que les cuesta a los vascos todo su sistema educativo.

Pero el celo foral que hunde sus argumentos en las tradiciones más rancias y antiguas hasta hacerlos dogma no consiente ni coordinarse ni que nadie acceda a los datos fiscales de los contribuyentes de cada cual. Especialmente celoso en esto es el responsable del Gobierno Vizcaíno.

Si que hay tradiciones bonitas y sólidas ¿verdad? que aguantan siglo tras siglo. ¿será eso o será otra cosa?. Eso sí…qué oferta gastronómica tienen, oiga!

Un villancico algo especial

Del mismo modo que ocurre hoy, y con no poca polémica, alguien ha tenido que pagar siempre a los músicos. En otros tiempos fueron los poderosos y dentro de ellos la Iglesia era de los más, si no la más poderosa. Por eso la música religiosa fue, durante siglos, la única música culta, que se componía, ejecutaba y «cifraba».

Los villancicos, que hoy asociamos exclusivamente a la música religiosa, fueron en su inicio (Siglo XV en adelante) simples canciones profanas con estribillo, lo que contribuía a su memorización y consiguiente éxito. Sin embargo pronto entraron también en los templos y adoptaron letras de sentido religioso hasta el punto de que hoy los asociamos a la música navideña católica.

Hoy pongo aquí uno de mis favoritos: el Villancico a Santa Bárbara, de José Cascante (1640-1702) a cargo de la Camerata Renacentista de Caracas dirigida por Isabel Palacios, que tengo en un álbum titulado Musique à la Cathédrale Santa Fé de Bogotá (así, en Francés). A ver si os gusta.

Candidato a premio al peor anuncio

Y ya puestos a hablar de anuncios he visto en un diario el peor anuncio en muchos años, y mira que los hay malos.

Hay personas que parecen creer que todo el “mundo mundial” piensa todo el rato y se preocupa por lo que ellas hacen, que su tarea es tan transcendente que nadie osará ignorarla jamás, que matrimonios y solteros nos levantamos cada mañana pensando en eso a lo que ellas se dedican y que no dormimos a gusto hasta no tener la información que nos facilitan, que devoramos -faltaría más- con lógica avidez.

El anuncio adjunto es una demostración de que estas gentes existen de verdad y que, imbuidos de tan onanista convencimiento, ni se les ocurre pensar que deban captar una atención con la que parecen convencidos de que ya cuentan de entrada -estaría bueno-.

No se rebajarán, no, a contratar a un profesional de la publicidad que les podría hacer ver -insultante- que no son el ombligo del mundo y que en consecuencia les recomendaría “humillarse” a tener que interesar y convencer a los lectores. Nada de eso ¡hasta ahí podíamos llegar!

Lo peor de todo es que el anuncio es de la Fundación Vasca para la Excelencia e “informa” de la entrega de Premio Vasco a la Calidad y Excelencia en la gestión (sic). Tela.