Necesitamos la palabra [fascista], presidenta

Nos hará falta la palabra cuando veamos que tratan de expulsar a los demás con desfiles, banderas y símbolos, pensados para que acaparen todo el espacio público y asfixien cualquier otro mensaje.

Llevan años tratando de esconder la palabra, queriendo desmocharla al convertirla en simple insulto para así esconder detrás del exabrupto fácil su significado terrible y real. Buscan el éxito de no poder ser citados por su nombre para lograr así pasar desapercibidos

Cuando acosen y señalen las casas de quienes les hacen frente, necesitaremos esa palabra


En mi artículo de esta semana en VozPópuli reivindico la necesidad de las palabras, de una en concreto, sin la que no podríamos distinguir una parte peligrosa de la realidad. 
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Los nacionalistas que sí lo eran

Una de las cosas más asombrosas de la política  es comprobar cómo hay tantísima gente que piensa que los nacionalistas no son en realidad nacionalistas. Solo así se explica que  nadie les tomase en serio cuando reiteraron indignados que de ninguna manera apoyarían las cuentas de Sánchez y que ahora aparezcan la sorpresa y el asombro al comprobar que resulta que decían la verdad, que van a hacer exactamente lo que dijeron que harían y que, además, el motivo es exactamente el que manifestaron: la petición de penas del fiscal

Foto G3


En mi artículo de esta semana en VozPópuli muestro mi asombro por el hecho de que tanta gente crea que los nacionalistas en realidad no lo son y luego, claro, se lleve tantas sorpresas. 
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El relato vasco lo dictará quien mande

Si Hitler hubiese ganado la guerra tendría un mausoleo impresionante, sin duda. El relato de lo que pasó siempre lo marca quien se queda con el poder y así será también en Euskadi.

Hoy, la encrucijada más importante de Euskadi es dirimir cuál es el relato sobre la violencia que acaba imponiéndose, si el académico o el nacionalista


En mi artículo de esta semana en VozPópuli reflexiono sobre si es el poder de la verdad o el poder a secas quien escribe la historia. 
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Andalucía: los tópicos los carga el diablo

Cuando un partido gana las elecciones en nueve de diez ocasiones y cuando nada apunta a que vayan a robarle la próxima victoria, no basta con criticar lo que hace el ganador, sino que los demás deberían reflexionar sobre cuáles son las alternativas que ofrecen y por qué a todas luces no han funcionado en siete lustros.

Los tópicos, de los que Andalucía anda más que sobrada, forman un conjunto de ideas falsas, pero bien instaladas, que son muy venenosas porque conectan unas con otras de forma que cuando se evoca un tópico, automáticamente, como las cerezas, salen de la cesta otros muchos, quizás no tan del gusto de quien se aventuró a utilizarlos.

Pablo Casado y Moreno Bonilla (el candidato del PP a la Junta) en Granada

En mi artículo de esta semana en VozPópuli reflexiono sobre la torpeza e incapacidad de la derecha española más tópica para entender Andalucía. Puedes leerlo aquí.

Ganan las autonomías, pierde la épica nacionalista



Cuando comenzó el proceso autonómico eran dos las ideologías que despotricaban contra la existencia de 17 comunidades autónomas: los franquistas, que pensaban que así España se destruía, y los nacionalistas vascos y catalanes, que entendían aquello como una trampa dirigida a depreciar sus propios sistemas autonómicos, únicos que merecían existir, según ellos.

Con el tiempo las autonomías que parecían de “menor rango” se han convertido en instituciones sólidas mientras que las aventuras identitarias y supremacistas fracasaron en Euskadi con Ibarretxe y ya están fracasando en Cataluña con la ruptura inevitable de los grupos independentistas.

En mi artículo de esta semana en VozPópuli señalo un punto de vista diferente sobre la marcha de las autonomías en España, donde tal vez las menos ruidosas son las que más éxito hayan tenido al fin. Puedes leerlo aquí.

Casado no tiene prisa

Pablo Casado no quiere elecciones porque se debate entre su necesidad de ganar el tiempo que le permita consolidarse y el espanto que le causa ver cómo, mientras no las haya, Pedro Sánchez seguirá durmiendo un día tras otro en La Moncloa.

Vista Alegre marca el despegue político de una derecha nacionalista española que podría convertirse en una pesadilla ideológica para el PP, como lo fue Podemos para el PSOE, con la diferencia de que el frente de Casado es doble: mientras Vox les inquieta y distrae por la derecha, Rivera aprovechará para robarles la cartera centrista.

En mi artículo de esta semana en VozPópuli hago una reflexión sobre las dificultades que atraviesa el nuevo presidente del PP, con competidores a derecha e izquierda y con un rosario de elecciones por delante que acaba de inaugurarse con la convocatoria de elecciones andaluzas. Puedes leerlo aquí.

¿Transparencia o nudismo?

Convertir en una noticia extraordinaria que se hagan públicos los ingresos y patrimonios de los políticos y altos cargos no sirve a la transparencia sino que, en realidad, solo alimenta la sospecha pública de su indignidad.

Por mucho que se hagan gráficos y comparaciones, salvo que se sepa que hay un lucro ilegítimo detrás (y entonces hay que decirlo), sigue sin ser noticia que un político tenga más o menos dinero que otro. El paparazzismo económico no se diferencia en nada del original.

En mi artículo de esta semana en VozPópuli vuelvo a una de mis obsesiones respecto a la transparencia pública. Nadie se cree lo que no está dispuesto a creerse y quienes impulsan normas de transparencia lo saben, solo que nadie se atreve a enfrentarse a lo que suena popular. Puedes leerlo aquí.

Ciudadano Valls

Si haciendo y deshaciendo Valls es capaz de recuperar para sí el espíritu del Maragall alcalde, puede arrastrar muchos votos ciudadanos: los de Ciudadanos, los del catalanismo siempre moderado y ahora espantado, muchos del PSC y todos los que le queden al PP. Eso es transversalidad y lo demás gaitas.



En mi artículo de esta semana en VozPópuli reflexiono sobre el revulsivo que puede suponer para Barcelona que uno de sus candidatos a alcalde haya sido Primer Ministro de Francia. Puedes leerlo aquí.

Un día habrá que convocar elecciones



Un día no muy lejano tendrá que haber elecciones y de ellas tendría que salir un Gobierno con apoyos suficientes, como el que seguimos esperando desde diciembre de 2015. Para entonces, vendría bien que hubiéramos entendido que las mayorías absolutas son la excepción y que pactar con los adversarios es lo normal y no equivale a ser un traidor.




En mi artículo de esta semana en VozPópuli reflexiono sobre en enconamiento de la pelea política que amenaza con impedir cualquier acuerdo. Puedes leerlo aquí.

A Borrell le quieren dejar sin calle

Se trata de orillar al vecino desafecto, hacerle sentir su supuesta marginalidad social hasta lograr que esa mayoría se sienta intimidada por la hiperpresencia simbólica del independentismo y se retire a su vida privada. Por eso los lazos no es que agobien a los más renuentes, es que están expresamente pensados para agobiar, para abrumar, porque solo así cumplen su función de disuadir y acallar. Montar un auténtico asedio que termine con la rendición del contrario o con su expulsión, como la que simboliza la retirada del nombre del irrecuperable Borrell de la calle que lo llevaba.

En mi artículo de esta semana en VozPópuli denuncio la táctica de los independentistas catalanes de expulsar del espacio público a los desafectos a su causa. Puedes leerlo aquí.