La movilización necesita un sentimiento que la empuje. Los pensionistas tienen dos: el miedo y la rabia.
Vienen a Madrid y lo hacen andando, demostrando otra vez su capacidad de esfuerzo físico y sufrimiento, los valores que marcaron su vida y que hoy reivindican como mérito.
En mi artículo de hoy en Vozpópuli hablo de los sentimientos que mueven a unas personas que han ido viendo cómo el mundo que tanto esfuerzo les costó crear se ha derrumbado. Puedes leerlo entero aquí.
Es de imaginar la sensación que tendrán muchos presos, encerrados durante una vida prácticamente entera cuando vean a quienes les exigían todos los sacrificios dentro de la cárcel, cómo salen de rositas haciendo justamente todo aquello que a ellos les prohibían.
En mi artículo de esta semana en Vozpópuli hablo de una traición que creo que no ha tenido la repercusión pública que merecía. Será que, en efecto, el pueblo vasco está deseando olvidar. Puedes leerlo entero aquí.
Los populares vascos no vivieron nunca en un ambiente tibio sino frío, muy frío, gélido en muchos lugares de Euskadi. No fueron los únicos, claro, pero pasaron frío como nadie, frío y miedo; eso también.
Vozpópuli me ha publicado hoy un artículo especial que me ha salido casi solo. Puedes leerlo entero aquí.
Cuando tras las inminentes elecciones se forme un nuevo Gobierno, quizás fuese una buena idea crear un Ministerio de Efectos Secundarios MINEESS por donde tengan que pasar obligatoriamente todas las propuestas brillantes y bienintencionadas antes de impulsarse.
En mi artículo de esta semana en VozPópuli tiro de ironía para señalar las consecuencias indeseadas de algunas decisiones políticas que a veces resulta asombroso que nadie hubiese tenido en cuenta antes.
Puedes leerlo entero aquí.
Cuando los conservadores defienden ahora el derecho de los poderosos a hacer su santa voluntad, para empezar en materia económica y empresarial, no están defendiendo la causa liberal
Aunque en España no haya un partido con ese nombre, el pensamiento liberal existe y sobre todo existe un sentimiento de tolerancia más generalizado de lo que los estereotipos nos pretenden hacer ver.
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| Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, obra de Antonio Gisbert. Museo del Prado |
En mi artículo de esta semana en VozPópuli me refiero a la perversión y al olvido que ha sufrido, a derecha e izquierda, el concepto de liberal. Puedes leerlo entero aquí.
Que la policía esté investigando a la asociación Infancia Libre como una posible organización criminal es una noticia terrible.
Para defender las políticas sociales que apoyan a personas con especiales dificultades no sirve decir que son muy pocos los abusos porque el problema es que cada uno de esos pocos cae como una bomba contra la solidaridad colectiva y, como aquella, destruye en un instante todo lo que a su alrededor costó tanto esfuerzo construir. Las políticas contra la pobreza y contra la violencia hacia las mujeres son especialmente vulnerables.
En mi artículo de esta semana en Vozpópuli hablo del daño que hacen los fraudes a las políticas de solidaridad, porque quienes abusan de ellas se prevalen de nuestra generosidad y buena fe. Puedes leerlo entero aquí.
La búsqueda de la felicidad no es algo ajeno a la política, sino que es una pasión vinculada expresamente a la libertad del individuo desde hace más de dos siglos cuando, en 1776, se proclamó la declaración de independencia de los Estados Unidos de América, que cita expresamente esos tres derechos inalienables del ser humano: “la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. Así, los tres juntos.
En mi artículo de esta semana en Vozpópuli defiendo que la búsqueda de la felicidad es algo tan revolucionario que siempre encuentra enemigos y que estos son tantos y tan grandes que, solo por eso, no merece que la tratemos con tanto desprecio y suficiencia. Puedes leerlo entero aquí.
Si todos nos acostumbramos a pensar así, la posible repetición de elecciones no nos quitará el sueño, porque nada esperaremos de ella. La política pasará al plano del espectáculo para iniciados, como el deporte, que tiene sus apasionados y ocupa mucho sitio en los medios pero no cambia la vida de la gente, ni lo pretende.
En mi artículo de esta semana en Vozpópuli señalo el peligro de que los nuevos políticos acaben convirtiendo su actividad en algo definitivamente alejado de la atención de la gente y, lo que es peor, perfectamente inútil para cambiar la vida de los ciudadanos. Puedes leerlo entero aquí.
Cuando desdeñábamos aquellos viejos acuerdos, llamándolos chalaneos, no sabíamos que los del multipartidismo iban a ser mucho más miserables y cutres. Que serían solo y exclusivamente para repartirse los sillones, sin ningún disimulo y sin asomo de preocupación por las necesidades de un país políticamente paralizado.
La política, el arte del gobierno de lo que es común, ha sido sustituida por el honor, pero entendido en su concepción más intransigente e infantil.
En mi artículo de esta semana en Vozpópuli vuelvo a señalar que el final del odiado bipartidismo no nos ha traído ninguna de las virtudes que se anunciaban sino una situación política aún peor. Puedes leerlo entero aquí.
Lo malo de los símbolos es que, para bien o para mal, adquieren una relevancia exagerada que va más allá de lo que son realmente.
Si Madrid Central no fuese un símbolo y se hubiese quedado en lo que es: una simple ordenanza limitadora del tráfico, como hay otras mil en la ciudad, hoy podríamos hablar de modificarlo en lo necesario y respetarlo en lo acertado. Pero no. No podemos.
No podemos porque Madrid Central es el emblema de “los nuestros” o el del “enemigo”, que es el nombre con el que se señala de nuevo en España al otro.
En mi artículo de esta semana en Vozpópuli hablo del peligro de convertir cualquier cosa, incluso las más normalitas, en símbolos de identidad propia o del «enemigo». Puedes leerlo entero aquí.